martes, 20 de mayo de 2008

Crónicas contables 25 B

Hoy: 13.º Encuentro Internacional de Narración Oral en la Feria del Libro. Sábado 3 de mayo.

Estos encuentros requieren que los participantes estén en muy buen estado físico. Las jornadas son intensas, tanto en carga horaria como en capacitación, vivencias y emociones. Así que no sé cómo a las 9 de la mañana estábamos reunidos para comenzar el taller “Contar cuentos de otras culturas” a cargo de Derek Burrows, músico y narrador oral nacido en Las Bahamas.

También tuvimos que acomodar las sillas de la sala (ya se estaba haciendo costumbre). La asistente de sala se confundió y nos entregó primero las fotocopias que deberían darse al final del taller, pero Paula Martín, asistente ocasional de Derek Burrows, subsanó el inconveniente.

A partir de un trabajo grupal según una guía impresa, analizamos temas que surgieron al contar cuentos de tradición oral pertenecientes a culturas ajenas a la nuestra. Encontramos pautas interesantes para enfrentar determinados temas complicados y delicados que surgieron desde el punto de vista de la narración oral, tratamos de analizar el contexto cultural en el que habían surgido los cuentos con los que trabajamos en el taller y tuvimos en cuenta la necesidad de respetar la integridad cultural de esos cuentos folklóricos. Contar historias de otras culturas en las antípodas de la propia no es algo tan sencillo como parece a primera vista.

El domingo, al terminar el encuentro, charlé con Derek Burrows respecto del efecto que tiene su estilo de capacitación en los cursantes, y me contó que obtiene la misma repercusión con asistentes angloparlantes, lo cual descarta la barrera idiomática como factor (Derek hace poco que habla castellano; su idioma materno es el inglés). El estilo de trabajo de Derek es netamente socrático y hace hincapié en el discípulo y en sus hallazgos, no en el maestro, que sólo formula las preguntas adecuadas en el momento conveniente. A los participantes de sus talleres este método les encanta (como a mí) o lo aborrecen (como a varias personas con las que me crucé en los pasillos de la Feria, que tal vez necesiten ser alimentadas, según Derek), pero, por suerte, nadie queda indiferente. No generar indiferencia es uno de los objetivos de este tallerista. En el último de los casos, también la molestia, el rechazo o el disgusto que uno siente durante el trabajo en un taller pueden servir como disparadores para que uno, después, se formule ciertas preguntas. Todo depende de la capacidad de cada uno para observarse a sí mismo, registrar lo que le pasa y sacar conclusiones. Una apuesta fuerte por parte del tallerista, hay que reconocérselo. Derek Burrows confía mucho en el potencial de desarrollo y en la lucidez del género humano.

A las doce, ya estaba en la sala Victoria Ocampo para la charla participativa y narraciones de “Oído-leído”. La escritora y editora Adela Basch coordinó el evento y nos contó acerca de este bienvenido proyecto editorial junto con el editor Darío Stukalsky, “alma páter” de la idea, según Adela. Narraron cuentos del libro “Oído-leído” Beatriz Falero, Marco Antonio Flecha, Cucha de Águila, Claudio Ferraro, Diana Tarnofky, Ana Hidalgo, Patricio Espinosa y Juana La Rosa. Una constelación variada de narradores orales y una verdadera panzada de cuentos ante una sala repleta.

A las 14 me enfrenté nuevamente a la cruel decisión de elegir y fui al espacio “Los jóvenes también cuentan”, coordinado con amabilidad y simpatía por Paula Martín en la sala Roberto Arlt, que seguía con un sistema de audio problemático.

También tuvieron problemas los padres y familiares de los jóvenes y niños que iban a narrar en este espacio. Por una mala coordinación, se quedaron afuera; la sala ya estaba ocupada por los narradores orales que asistían al encuentro y por el público de la Feria. Paula Martín, afortunadamente, improvisó algunos pases mágicos y los padres pudieron entrar para apoyar a sus hijos que, en muchos casos, era la primera vez que narraban en público. Luego, Paula rompió el hielo narrando un cuento y generó un buen clima con el público totalmente a favor de los chicos, ahora un poco más tranquilos y relajados.

Narraron alumnos de entre 10 y 16 años de Aequalis Escuela Primaria, de la Ciudad de Buenos Aires; CEPLIM, de Mendoza; Colegio Goethe de Boulogne; Escuela EPB N.º 10, de Martínez; Escuela N.º 10, de San Pedro y el Instituto Madre María Luisa Clarac, de Gregorio de la Ferrere.

Resulta significativo observar que, salvo pocas y bienvenidas excepciones, muchas docentes que prepararon a sus alumnos para esta ocasión no tenían muy en claro que narrar cuentos oralmente no es lo mismo que preparar la tradicional obra de teatro de fin de año de la escuela. El trabajo que mostraron algunos alumnos en escena fue una representación teatral unipersonal o a dúo, casi sin presencia de un narrador, con marcas y desplazamientos teatrales, y recitado literal de memoria de los textos. Aunque el objetivo de esta clase de trabajo en el aula no sea el de formar futuros narradores orales escénicos, sería interesante, desde el vamos, comenzar a señalar las diferencias entre una disciplina y otra, para no confundir ni confundirse. Y, por supuesto, sería conveniente encomendar esta tarea a personas capacitadas de manera adecuada y con experiencia en técnicas de narración oral. De todas formas, damos la bienvenida a las nuevas y prometedoras generaciones de contadores de historias que, por lo visto ese día, tienen mucho potencial (con la guía y orientación adecuadas).

A las 16.30, lo que quedaba de mí tuvo que elegir nuevamente entre tres espectáculos de narración oral, así que me fui al Rincón de la Lectura, a ver la función para niños coordinada por Nora Fonollosa, con la participación de Analía Brié, Alejandra Medici, Elena Santa Cruz y sus títeres “angelados” (un hallazgo) y Derek Burrows con sus instrumentos musicales. Sin desmerecer el trabajo de los otros colegas, los títeres y el ángel de Elena Santa Cruz conquistaron al público, y Derek, al narrar también en inglés, nos demostró que, cuando hay un buen cuento y un buen cuentero, la barrera idiomática se derriba y el público interlocutor puede disfrutar igual de los relatos, aunque no entienda muy bien el idioma en que se los comparte. Salimos rechonchos de cuentos y con el corazón alegre.

Y así terminó el segundo día del encuentro. Faltaba el tramo final. Continuará.

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