sábado, 22 de septiembre de 2007

Reflexiones: La estructura de los cuentos a partir de lo sexual (primera parte)


Semejanzas entre el acto de escribir y el acto carnal. Clases de comportamiento “amatorio” de los cuentos, según este paralelismo jocoso y de buen gusto.


Contexto:

Estas reflexiones biológicas y orgánicas se basan en mi experiencia como lectora feroz, cuentista, narradora oral, correctora de originales y traductora literaria. Desde hace años, me relaciono con estos especimenes que son los cuentos desde varias perspectivas. No pretendo presentarme aquí como la inventora de la pólvora, sino compartir con ustedes algunas reflexiones que he acumulado, después de vagar mucho y con placer por el fabuloso mundo de los cuentos.

La relación cuento-lector es una expresión de amor y de intimidad emocional. Los destinatarios o receptores nos comportamos con los relatos de manera fetichista, en el sentido de que el objeto de nuestro afecto es un ente inanimado y específico (el cuento), dotado de facultades sobrenaturales (magia), que ha sido creado por los seres humanos para ejercer poder sobre el prójimo (entretenerlo, distraerlo, sacarlo de este mundo por unos instantes). Por supuesto, si el fetiche no está presente, uno no puede gozar cabalmente (¿Qué sería de nuestra vida sin los cuentos?).

Cabe aclarar que, en estas reflexiones, no vamos a poner bajo el microscopio los cuentos enrolados en el género erótico, sino que examinaremos las estructuras de armado o confección de los relatos en general y su modo de relacionarse con el lector (comportamiento amatorio). Por una cuestión de espacio, estas disquisiciones se dividen en tres partes o entregas mensuales:


Introducción (antes de)
Desarrollo (el durante, en plena “intimidad”)
Desenlace (después de)


Introducción (antes de)

La energía sexual que todos (lamentable o afortunadamente) tenemos en nuestro interior es una pulsión o impulso esencial para la supervivencia de la especie y el fortalecimiento de los lazos sociales (y para la diversión, dirán algunos). Sin embargo, la mayoría de las veces (salvo honrosas y milagrosas excepciones), esta energía sexual y las urgencias que desencadena nos pueden meter en problemas de la más diversa índole: desde embarazos no deseados y enfermedades venéreas hasta atropellos a la moral y a las buenas costumbres, desde orgías y fiestas negras (¿Dónde? ¿Dónde?) hasta el accionar de depredadores sexuales (y esto último no es broma).

Para evitar que los seres humanos nos transformemos en una horda de animalitos descontrolados y siempre en celo (seguramente alguien conoce algún vecino así), la Madre Naturaleza, en su infinita sabiduría, nos equipó con una válvula de seguridad: la posibilidad de sublimar o transformar la libido en otra clase de energía o expresión más socialmente aceptada. De no existir el fusible de la sublimación, creo que la humanidad no hubiera seguido evolucionando después de pararse en dos patas, no habría tecnología ni ciencia ni arte. Sólo habría Eros.

Relacionarse con la propia energía sexual es una cuestión difícil, conflictiva y problemática. Y ni qué hablar cuando llega el momento de relacionarse con la sexualidad del otro. Desde Freud hasta el presente, todos sabemos que el arte, la filosofía, la espiritualidad y la experiencia religiosa son expresiones de transformación de una parte de esta energía sexual (uno hace lo que puede, cuando puede, con quien puede). Sólo se trata de mutar una experiencia física y corporal, para convertirla en un impulso artístico, beato, intelectual o socialmente aceptado, más fácil y conveniente de manejar (y más seguro).

Los cuentos también son una manipulación de la energía sexual del escritor (qué le vamos a hacer, los intelectuales también somos seres humanos). Son un intento de transformar la libido en belleza, como la danza, la pintura, la música y expresiones similares del quehacer humano. Claro que, a veces, los relatos también son expresiones del propio onanismo egocéntrico (hay cosas que sólo se hacen puertas adentro de la casa de uno y que no deberían mostrarse al exterior).

En pleno proceso de generación del deseo en el lector, desde el título mismo, el cuento empieza a desplegar sus artes de seducción y recurre a varios estilos para el acercamiento, según su personalidad (¿no les dije que considero el cuento como un ser vivo?). A veces, los relatos se muestran de manera “obscena”, explícita, cruda, sin adornos, sin emoción. En otras ocasiones, las historias se exhiben ante nosotros en forma más emotiva, elevada y refinada, y desarrollan con más detenimiento la ambientación, tema, caracterización de los personajes y presentación de la trama. Por supuesto, estas distinciones muy subjetivas se basan en las preferencias del receptor, más que en las cualidades artísticas del relato mismo.

Por supuesto, esta etapa del cortejo amatorio puede desembocar o no en el acto carnal de la lectura; sólo es cuestión de saber enviar y recibir las señales correctas que indiquen que uno está dispuesto (a leer y a ser leído). El encuentro entre dos compañeros potenciales (cuento y lector) siempre resulta complicado y es una fuente de ansiedad. Si la comunicación preliminar con el cuento (los primeros escarceos) tiene como resultado una sensación creciente de intimidad para ambos participantes, se establece un grado de confianza que mitiga el temor al rechazo que puede sufrir el pobre cuento, que también tiene su corazoncito sensible, caramba.

En este proceso inicial de seducción y deseo, las historias asumen determinadas clases de “comportamiento sexual” que, en ocasiones, puede crear una relación a largo plazo con el lector, quien experimenta una profunda conexión emocional con el relato en cuestión (o con varios, dependerá de su inclinación a la poligamia). Otras veces, se genera apenas un episodio inmediato, travieso, pasajero, recreativo. Dependerá del cuento.

Hay relatos que, desde el principio, sufren de disfunciones. Los hay reprimidos y fríos, que apuntan sólo al intelecto, a la cabeza del lector. No me arriesgaría a catalogarlos como frígidos, sino como cuentos que todavía no han encontrado a la persona adecuada. Hay historias que se hacen las difíciles y tardan en desarrollar su atracción hacia el lector, pero cuando lo logran, uno no las puede soltar (si tiene la paciencia necesaria para esperar su recompensa).

Hay cuentos que solo apuntan a la entrepierna (como la pornografía) y otros que sublevan integralmente todo el cuerpo. Hay algunos que, desde el arranque, sufren problemas de erección, en el sentido de construcción de esa estructura o edificio que es la trama del relato (nada que no se pueda arreglar con una buena terapia).

Las feromonas del cuento (forma y fondo, continente y contenido, recursos estilísticos) cumplen una función esencial para atraer al lector, mantenerlo atrapado y evitar que se distraiga con otro relato o actividad. ¿Cuántos hemos abandonado rápidamente una historia después del primer párrafo porque no hubo química? Sólo es cuestión de saber construir el relato de manera tal que el receptor lo encuentre aceptable y que desencadene en él una reacción involuntaria de deseo, atracción y aumento progresivo del interés. Esto le dará al cuento la posibilidad de que el lector logre el “acoplamiento” con él (lo lea hasta el final). Solo se trata de disparar la excitación en un lector que siente una atracción previa por el género cuento. Si le gusta la novela únicamente (me he encontrado lectores así), no perdamos el tiempo, tesoro.

Hay cuentos que comienzan yendo directamente “a los bifes”, al asunto o meollo de la historia. Nada de cortejo, nada de ir primero al cine y a cenar, nada de pérdida de tiempo con besitos y caricias. Vamos a lo nuestro, sin tanto trámite (postura un poco masculina y empresarial para hacer las cosas).

Otros relatos, desde el principio, no se deciden y empiezan a histeriquear, dan vueltas y más vueltas, se van por las ramas, nunca concretan nada. Son bonitos y atractivos en la superficie, pero terminan por enfurecer al lector, que no puede recibir ninguna clase de satisfacción, solo promesas vanas.

Y en este momento tan interesante de nuestra disquisición, cuando estamos por llegar al nudo, les digo: Continuará en la próxima entrega.

© Gabriela Villano. 2007.
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Dicen los que saben 3

El lenguaje mismo es un medio rico en obstáculos y resistencias:

“Las palabras se esfuerzan,
se resquebrajan y, a veces, se rompen bajo la carga,
bajo la tensión, resbalan, se deslizan, sucumben,
se pudren con la imprecisión, no se quedan en su lugar,
no se quedan quietas... ”

T. S. Eliot, “Burnt Norton”, en Four Quartets (Cuatro cuartetos).

Thomas Stearns Eliot (1888-1965) fue un poeta, dramaturgo y crítico literario estadounidense. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1948.


Sobre el arte de escribir y la importancia de un lenguaje noble:

“El cuerpo de la escritura adopta mil distintas formas,.
y no hay una forma acertada de medirlas.
Cambiar, cambiar en respuesta a un gesto,
las variadas formas son difíciles de capturar.
Las palabras y las frases compiten entre ellas,
pero la mente sigue siendo la dueña.
Atrapado entre lo no nacido y lo que está vivo,
el escritor lucha por mantener a la vez
la profundidad y la superficie.
Puede apartarse del cuadrado,
pasar por encima del círculo,
buscando la única verdadera forma de su realidad.
Llenaría de esplendor los ojos de sus lectores;
agudizaría el valor de sus mentes.
Aquel que tiene un lenguaje confuso no puede hacerlo;
sólo cuando la mente es clara
puede ser noble el lenguaje.”

Lu Chi en Wenfu o Wen Fu (El arte de la escritura).

Lu Chi o Lu Ji (261-303) fue un escritor y crítico literario chino del Reino de Wu en China Meridional. Escribió el Wenfu, una obra sobre crítica literaria que analiza los principios de la composición.



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Reflexiones: El cuento como ser vivo (primera parte)

Enfoque orgánico y biológico para una aproximación a la teoría del cuento.


En mi carácter de lectora feroz, cuentista, narradora oral, correctora de originales y traductora literaria, he estado relacionada desde hace años con estos organismos preciosos y amables que son los cuentos. Conozco su morfología, especies, variedades, olores y sabores; los disfruto, sé descubrirlos dondequiera que se oculten. Y ellos sienten predilección por mí.

No pretendo presentarme aquí como la inventora del café con leche, sino compartir con ustedes algunas reflexiones que he acumulado, después de vagar mucho y con placer por el fabuloso mundo de los cuentos.

El cuento, como manifestación concreta y visible de una idea intangible, se nos presenta, al principio, como una hoja de papel con caracteres escritos de manera indeleble en ella (¿Les dije que el señor Perogrullo era pariente mío, no?). Lo que vemos o leemos en el relato es, aparentemente, superficial. Pero la superficie oculta todo. El cuento es un organismo tímido y modesto, como las violetas; un témpano que sólo muestra una séptima parte por encima de la superficie del papel.

Algunos “biólogos” curiosos comenzamos a bucear en el subtexto, en el metamensaje, en lo que está más allá o detrás del texto aparente. Entonces, al penetrar más profundamente en el texto, empezamos a detectar ciertos elementos u órganos aislados, ejes temáticos, vasos comunicantes, fibras conductoras y relaciones causales, que aumentan la diversidad y la riqueza del texto.

También percibimos el orden de los fenómenos o sucesos que se desarrollan en el cuento (la trama). Se puede apreciar, entonces, a través de un primer análisis sencillo, el conjunto de elementos constructivos más simples del mundo o universo nuevo que el autor nos pinta en el relato en cuestión. Detectamos una unidad morfológica, de forma (el cuento salió “redondo” o tiene cabos sueltos o un final abierto). Percibimos movimientos (los seres vivos no son estáticos), cómo se desarrolla la trama, la acción, lo que pasa en el cuento. A veces, la sucesión de hechos tiene un ritmo ágil; otras, más lento (puede ser un arroyo de montaña o un río de melaza). En ocasiones, también notamos un reflejo o resplandor (lo que nos sugiere el autor entre líneas, cuando se trabaja en dos niveles de lectura o comprensión). En estos casos, estamos ante un relato con luminiscencia, como los bichitos de luz.

Por más que una historia esté atrapada en algo inmóvil como una hoja de papel, está llena de células vivas y movedizas en su interior. Es lo mismo que poner una gota de agua debajo del microscopio. De pronto, se nos abre un mundo rico e insospechado.

Todos estos elementos constructivos de los que hablamos antes son átomos estables y presentes en el universo del cuento. El mundo complejo de la idea que tuvo el autor se muestra como una serie de piezas definidas, acabadas y palpables (un sistema o universo coherente y armónico, en el que todo tiene que ver con todo). Un componente del cuento resulta definitivamente modificado en el mismo instante en que se lo retira de su relación con el todo. Los relatos no son como las iguanas o las estrellas de mar, a las que les crecen nuevas extremidades o apéndices después de una pérdida.

Para observar los fenómenos que se producen en el universo del cuento, no es conveniente estudiar los elementos aislados, sino las acciones de los elementos entre sí. El cuento sería, entonces, una reunión de piezas en un todo coherente, en la que se tornan visibles estructuras cuya elaboración sigue determinadas leyes, específicas de ese universo particular que es el relato. A la totalidad en la que descubrimos e investigamos estructuras, la llamamos “sistema”, o sea, “cuento”.

Un enfoque que recomiendo para una primera aproximación al cuento sería imaginarnos que somos viajeros espaciales (biólogos investigadores, no conquistadores) que hemos llegado a un nuevo planeta recién descubierto en el espacio exterior, un mundo nuevo y desconocido con otras leyes y normas, ajeno a nuestra realidad cotidiana, que debemos ver con ojos nuevos, sin ideas preconcebidas, sin juicios previos (pre-juicios) que nos tapan la visión y nos obstaculizan el entendimiento. Porque lo que queremos, en definitiva, es descubrir la propia organización interna de este ecosistema o mundo nuevo que es el cuento; para eso lo investigamos y lo analizamos, para entenderlo.

Los elementos de un sistema deben “comunicarse” entre sí, desarrollar interrelaciones regulares coherentes (todo tiene que ver con todo en el universo del cuento, si es que el relato está bien armado, sin defectos de pluma o de confección). Sin comunicación no hay orden, sin orden no hay totalidad dentro del universo del cuento. Todo elemento (órgano) que está dentro del relato cumple una función especial y esencial, porque esa historia es un mundo despojado de elementos superfluos (es un cuento, no una novela). Sin embargo, hay universos-cuentos “chuecos” o desequilibrados que pierden el encanto que les da la armonía de todos los elementos del sistema. Será cuestión de acomodarlos mejor, ¿no?

Un sistema tan complejo como un organismo-cuento no puede ser descompuesto en procesos parciales descriptibles, sin que perdure algún “resto” irresoluble. Este “resto” es la magia intangible o el alma de un cuento. El todo es algo más rico que la simple suma de sus partes. El alma o el “resto” del cuento no se puede desmembrar sobre una mesa de disección en un laboratorio. La magia no se puede ver con el microscopio del técnico. Se siente. Algo ha sucedido, algo que antes no estaba ahí. Algo cambió. Algo pasó. Sí, pasó un cuento por ahí.

El relato, como sistema vivo que es, muestra una tendencia activa hacia un objetivo. Todo lo que pasa en el cuento, desde la introducción, pasando por el nudo, se encamina hacia el final de la trama o desenlace, sin obstáculos ni desvíos, sin baches ni alteraciones, hasta su desembocadura u objetivo (el final del cuento). Todo sistema (cuento) se desplaza hacia un estado estable, en este caso, la resolución, el final, el reposo y la satisfacción final del lector o espectador ante una historia bien contada.

(Continuará en la próxima entrega.)

© Gabriela Villano. 2007.

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Crónicas contables 6

De un Villano entrometido y a la distancia.

Hoy: Magia cordobesa sin límite de edad.

Existe en la provincia de Córdoba una asociación civil sin fines de lucro que se llama CEPRAM, Centro de Promoción del Adulto Mayor (
www.cepram.com.ar). Allí un grupo de psicólogos, educadores, escritores, artistas, investigadores, docentes universitarios, profesionales y voluntarios generan oportunidades educativas, sociales, de recreación y esparcimiento para personas mayores de 50 años. Estos proyectos están orientados a favor de una vejez digna, activa, creativa y competente.

Dentro del marco de las acciones culturales recreativas del CEPRAM, hay un grupo de narradoras orales que se llama “La magia del cuento” y que comparte relatos en colegios, hogares de ancianos, comedores y organizaciones de la comunidad. El grupo participó en la última edición de la Feria del Libro de Córdoba y en Cuentopalabra, un encuentro de narradores orales latinoamericanos que se realizó en Córdoba y alrededores, en agosto pasado, organizado por Venique Tecuento.

Una de las narradoras orales de “La magia del cuento” se llama Ethel María Stanglino, que me cuenta lo siguiente:

“Hace poco más de 3 años, Ana María Arambudo y Lida Carnevali nos invitaban, a quienes tenemos más de 50 años (yo tengo 71) y a través del CEPRAM, a descubrir las maravillas que guarda para nosotros el auténtico milagro de la narración, en este mundo actual, saturado de efectos especiales.
(…)
“Compartimos los objetivos fijados. Lograr, a través de la narración: primero el rejuvenecimiento del alma rescatando el asombro de la niñez; segundo: la recuperación de la identidad, a través de los recuerdos, sentimientos, valores y vivencias que encierran los relatos; tercero: ser emisarios de las más variadas ideas y los más diferentes autores, conocidos o no. ‘La Magia del Cuento’ fue creciendo. Año tras año se incorporan adultos mayores que creen en la valorización del cuento, que sienten la riqueza de esa experiencia.
(…)
“A través de este espacio particular que nos brinda el CEPRAM, de reunión con el cuento, buscamos estimular la capacidad de escuchar, dialogar, reflexionar, aumentar la confianza y promover la salud personal, tanto individual, como en sus diferentes dinámicas: familiar, escolar, institucional. Y sobre todo contamos porque…El cuento es hermoso y es otro modo de brindar afecto…”

Estas narradoras orales se han presentado varias veces en los espacios para adultos en el Cabildo Histórico y en el Museo de Arte Religioso Luis de Tejeda, de Córdoba. En septiembre lo hicieron con “Cuentos en busca de narradores” y “Cuentos musicalizados para niños”. Ethel narró una de las historias de mi libro Las aventuras del Globo Rojo y me cuenta: “Ayer (14 de septiembre) tu globo rojo estuvo conmigo y se portó …¡de maravillas! Ni siquiera se escondió, porque escuché a uno de los chicos que, entre la música y la voz dijo “yo lo veo”. Casi me distrae de la historia!!! De verdad, salió muy lindo, había muchos chicos y adultos, que disfrutaron de los cuentos, que eran 6 y bien variados de temáticas y autores. Un enorme abrazo y gracias por prestarme esa magia del GLOBO ROJO.”

Gracias a vos, Ethel, y a todas las narradoras orales del CEPRAM por lo que están haciendo en pos del disfrute de los cuentos.

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martes, 18 de septiembre de 2007

Quinta Maratón Nacional de Lectura

El Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires (CTPCBA), en adhesión a la Quinta Maratón Nacional de Lectura promovida por la Fundación Leer, organiza el encuentro:

VENÍ A LEER TU CUENTO. “Disfrutá de la lectura, compartí un libro con un amigo”

Si tenés algún cuento o un texto propio (¿por qué no?) que no supere los cinco minutos de lectura en voz alta, vení al CTPCBA a compartirlo en un espacio cálido para la escucha atenta y respetuosa.

¿Por qué?
Porque todos tenemos alguna historia mágica en algún libro especial que, sin querer, se nos metió en un rinconcito del corazón y se nos ha hecho inolvidable. Y vale la pena que otros se enteren.

¿Para qué?
Para escucharnos.
Para compartir los sentimientos que nos despierta un libro que nos marcó con aquellos que desean oírlo.
Para vincularnos con los demás y comunicar afectos a través de un gesto simple como es leer. Leernos.

La cita es el viernes 5 de octubre a las 19 en el Colegio de Traductores Públicos, Av. Callao 289, 4.º Piso, Capital Federal.

Coordinará el encuentro Gabriela Villano, lectora feroz, escritora y narradora oral.


¿Qué es la Maratón Nacional de Lectura? ¿Qué vamos a hacer el 5 de octubre?

Existe en la Argentina, desde hace varios años, una organización sin fines de lucro que se llama Fundación Leer. Se trata de una entidad de voluntarios con sede en Buenos Aires dedicada a incentivar la lectura y a promover la alfabetización en Argentina.

En 2007, esta Fundación se prepara para lanzar la Quinta Maratón Nacional de Lectura, un evento de participación gratuita y sin carácter competitivo con el lema “Disfrutá de la lectura, compartí un libro con un amigo”. Por quinto año consecutivo, el viernes 5 de octubre, todos aquellos interesados van a disfrutar durante un día de la lectura y de la magia de los libros. En todo el país, miles de personas en escuelas, clubes, bibliotecas, comedores, sociedades de fomento y centros de salud van a compartir un “recreo” en medio del vértigo y las obligaciones de la vida diaria, para reunirse alrededor de la lectura.

El Colegio de Traductores Públicos, por intermedio de su Comisión de Cultura, se ha sumado a esta iniciativa y organizará, el viernes 5 de octubre a las 19, un encuentro de matriculados, familiares e invitados en la Sede Callao, en adhesión a la Maratón de Lectura. Invitamos a todos aquellos que tengan un texto que no supere los cinco minutos de lectura en voz alta a que se vengan a nuestro Colegio ese día, para compartirlo con otras personas que deseen escucharlo. Les pedimos que se acerquen con un libro propio que contenga aquel texto “especial” que, de alguna manera, se nos metió en un rinconcito del corazón; aquel relato mágico que, a pesar de los años transcurridos, se nos ha hecho inolvidable y al que, de vez en cuando, regresamos, para disfrutar una vez más (nunca es suficiente); aquella historia que está en un libro que jamás vamos a prestar a nadie, por temor de que no vuelva. Puede ser un cuento, algo propio (¿por qué no?). Todos tenemos un libro que se nos ha vuelto “personal”. ¿Por qué no compartir su lectura con otros? ¿Nos acordamos todavía de qué era eso de leer por gusto? No por trabajo, no para informarse ni actualizarse, no para aprender. No, leer para alimentar el alma. Siempre es importante volver a encontrar algunos valores que se nos perdieron por el camino. Además, saber que en ese mismo momento, en el resto de país (hasta en la Base Esperanza en la Antártida) va a haber mucha gente haciendo lo mismo da al encuentro un sabor muy especial. Y si alguien tiene ganas sólo de escuchar, bienvenido también.

La lectura genera un impacto duradero y positivo en el desarrollo del individuo y facilita su inserción plena en la sociedad. Los libros impulsan la imaginación, que es el acto más perfecto de ejercicio de la libertad personal. Leernos en voz alta algún texto especial de importancia subjetiva para cada uno es una práctica que nos permite vincularnos con el otro y comunicar afectos, algo que nunca está de más. A través de gestos simples como compartir una historia, recomendar un libro que nos conmueve, transmitir los sentimientos que nos despierta, nos acercamos al otro y nos enriquecemos mutuamente.

Los esperamos a ustedes y a sus amigos los libros.


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lunes, 10 de septiembre de 2007

Dicen los que saben 2

Partes del prefacio de El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde.

“El artista es el creador de cosas bellas. Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte.

El crítico es el que puede traducir de un modo distinto o con un nuevo procedimiento su impresión ante las cosas bellas.

La más elevada, así como la más baja de las formas de crítica, son una manera de autobiografía. Los que encuentran intenciones feas en cosas bellas, están corrompidos sin ser encantadores. Esto es un defecto.

Los que encuentran bellas intenciones en cosas bellas, son cultos. A éstos les queda la esperanza.

Existen los elegidos para quienes las cosas bellas significan únicamente belleza.

Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Esto es todo.
(…)
La vida moral del hombre forma parte del tema para el artista; pero la moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Hasta las cosas ciertas pueden ser probadas.

Ningún artista tiene simpatías éticas. Una simpatía ética en un artista constituye un amaneramiento imperdonable de estilo.

Ningún artista es nunca morboso. El artista puede expresarlo todo.

Pensamiento y lenguaje son, para el artista, instrumentos de un arte.

Vicio y virtud son, para el artista, materiales de un arte.
(..)
Todo arte es, a la vez, superficie y símbolo.

Los que buscan bajo la superficie, lo hacen a su propio riesgo.

Los que intentan descifrar el símbolo, lo hacen también a su propio riesgo.

Es al espectador, y no la vida, a quien refleja realmente el arte.

La diversidad de opiniones sobre una obra de arte indica que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos difieren, el artista está de acuerdo consigo mismo.

Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil, en tanto que no la admire.
La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente.

Todo arte es completamente inútil".

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Crónicas contables 5

De un Villano entrometido

Hoy: De ruedas, cuentos y luminiscencias.

El domingo 9 de septiembre a la tarde, me fui con mi credencial de la Agencia de Noticias Narranews al Centro Cultural Marcó del Pont, en el honroso barrio de Flores (Artigas 206), a unos pocos metros de la estación de trenes y, más importante aún, del mural del Ángel Gris.

Enorme casona antigua con paredes gruesas pintadas de blanco; jardín al frente, detrás de las rejas trabajadas; varias habitaciones despojadas y limpias, con puertas altas y angostas de madera, ventanales con postigos de madera y vidrios impecables; pisos de baldosas rojas, como las de la terraza de la casa de mi abuela; un patio lleno de verde, de cielo, plantas y una parra trepadora. El marco ideal para contar y escuchar cuentos, ahora que viene el tiempo lindo.

En la casona de los Marcó del Pont, Lili Meier coordina con dinamismo y cordialidad un ciclo de narración oral llamado “Ruedas de cuentos”, con la asistencia de Nadia, que materializa sillas dondequiera que se las necesita. De tanto vagar por el mundo de la cuentería, uno está acostumbrado a los micrófonos abiertos y a las tertulias participativas, pero la propuesta de Lili, encargada también de la puesta (y de la apuesta), es diferente.

Aquí se trata de volver a la antigua forma de narrar historias: un círculo de sillas en una o varias habitaciones, según la cantidad de congregados, con el infaltable servicio de café y té para convidar. No hay escenario, no hay micrófono, no se “pasa al frente”. Todos poseen el mismo nivel de palabra, sin jerarquías; todos juegan el mismo juego; todos tienen la misma posibilidad, si gustan tomarla. A cualquiera le puede aparecer un cuento saltarín de frente o de costado. Uno nunca sabe por dónde va a brotar la próxima historia. Así un grupo de personas transita un cuento, de una rueda a la otra (cuantos más vienen, más divertido). El único que dice “basta” es el tiempo del reloj porque hay que entregar la sala para otro evento. El público entra y se distribuye en la habitación que quiera, sin saber cuáles cuentos van a aparecer ahí. Y aparecen.

En la gacetilla de difusión, Lili Meier invitó diciendo: “¡Te estamos esperando! ¡Porque vienen todos! ¡Pero todos!” Y sí, vinieron todos: “Manucho” Mujica Láinez, Borges (lo juro) y Gabriel García Márquez. También apareció Benedetti, junto con un famosísimo escritor muy difundido, el señor De Tradición Oral.

Y así siguieron rodando los cuentos por la ronda, de un lado a otro. Cuanto más público hay, más ruedas se forman, los narradores van cambiando de ruedas y los espectadores van pasando por distintos cuentos. Una manera entretenida y original de deleitarse con las historias, que son para todos cuando son buenas.

El próximo encuentro de esta rueda mágica será el último domingo de septiembre. Si van a nuestra sección “Correrías por el ciberespacio” de agosto, van a encontrar los datos virtuales de Lili Meier, para ponerse en contacto con ella, si quieren ir a narrar o a escuchar cuentos que, como dice Lili, “nos iluminan una zona del alma que uno no sabía que tenía encendida”. Amén.


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jueves, 6 de septiembre de 2007

Cuidemos el idioma 2

Los diccionarios, como la luz eléctrica y las constituciones escritas, deben colocarse entre los hechos básicos de la vida civilizada moderna.”
S. M. Kuhn

¿Cómo “usan” las academias de la lengua a los escritores? (Esto dicho sin ánimos de cosificar ni de ofender a nadie.)

¿Qué pasa con la “lengua literaria”? ¿Cómo usan el idioma los escritores? Dice el DPD (Diccionario Panhispánico de Dudas): “(...) los escritores, en su faceta de creadores, disfrutan de mayores márgenes de libertad en el manejo del idioma y, centrados en la búsqueda de una mayor expresividad, a menudo conculcan [infringen] intencionadamente las convenciones lingüísticas de su tiempo. Y, en segundo lugar, porque los escritores de ficción (novelistas y autores teatrales) utilizan los distintos niveles y registros del habla como uno de los modos de caracterización de sus personajes; precisamente por ello es posible documentar, en textos escritos, muchos usos que corresponden a la lengua oral y al habla coloquial o popular.”

No sé si ustedes sabrán, pero los lexicógrafos (los que recolectan los vocablos que formarán parte de un léxico o diccionario) apuntan voces propias o acepciones particulares en las fichas de trabajo en las que se documentan las palabras, porque un término, para poder existir, primero debe ser usado. Así se registra el vocablo o la expresión en cuestión y se explicita la fuente de donde se ha tomado, con el grado de validación o prestigio que tenga (cuanto más seria es la fuente, más validez y peso tiene). Esto es parte del trabajo terminológico estándar. Cuando consulto el “diccionario telefónico” de la Academia Argentina de Letras, los seres humanos gentiles y pacientes que me atienden del otro lado, a veces, me dicen: “Espere un minuto, que busco la ficha”, para, luego, leerme la definición y algún ejemplo del vocablo en cuestión, para que se entienda mejor su uso. A menudo, en las entradas de los diccionarios (que se arman a partir de estas fichas terminológicas) se incluyen referencias a obras de escritores prestigiosos (“citas de autoridades literarias”), que avalan la existencia, por así decirlo, de esa palabra con ese significado particular y muestran su utilización.

¿Ahora entienden por qué es importante tener cuidado al acercar la pluma al papel? Uno nunca sabe cuándo lo van a considerar prestigioso (soñar no cuesta nada, ja, ja.).

No dañemos la posibilidad de seguir comunicándonos. Solo se trata de difundir mensajes correctos, para evitar malentendidos y dificultades en el proceso de entendernos con el otro. Meditemos, pensemos, hagamos. El idioma y la comunicación se merecen el esfuerzo y el cuidado.

¡En pro de la palabra, siempre!


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Rescate emotivo

(Dedicado a los enanitos del blog que me pierden los textos.)

El sábado 22 de abril de 2006, se presentó el libro Las aventuras del Globo Rojo en el Rincón de Cuentos de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Narraron los miembros del Club de Amigos del Globo Rojo, formado, en esa ocasión, por Betty Ferkel, Claudio Ledesma y Gabriela Villano (Juan José Decuzzi nos faltó con aviso).

Durante esa tarde, se vivieron instantes muy emotivos y el público (hasta de Ushuaia) respondió ante las historias con calidez y afecto. Después de todo, ¿a quién no le gusta que le regalen un cuento? Cuando todo terminó, algunos de los presentes se llevaron como souvenir los globos rojos de la escenografía (no fue la primera vez). Hubo también un par de caballeros que se quisieron llevar de recuerdo a la autora (tampoco fue la primera vez), pero este detalle no corresponde en una crónica supuestamente seria.

El Globo Rojo sigue haciendo de las suyas. Me han contado que, ahora, anda muy orondo por las sierras, de la mano de una narradora oral cordobesa. También me han dicho que, en vez de pasearse por su Plaza Irlanda de Buenos Aires, recorre los yerbatales de la provincia de Corrientes con otra integrante de su Club de Amigos local.

Sin embargo, lo del Rincón de los Cuentos sigue siendo muy especial, a pesar del tiempo transcurrido. Como dije en su oportunidad, muchas gracias a la encantadora Ana Padovani, creadora y coordinadora de este espacio de narración oral de la Feria. Y por supuesto, gracias también a todos los contadores de cuentos del Club de Amigos del Globo Rojo que ponen el hombro, el corazón y su profesionalismo, para que el público pueda disfrutar de estos relatos divertidos y conmovedores.

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sábado, 1 de septiembre de 2007

Cuidemos el idioma 1

“…Y el idioma, qué confusión; qué cosas nos decimos / sin saber lo que nos decimos.” Juan Ramón Jiménez.

Como un humilde aporte para hablar y escribir cada vez mejor, les acerco la dirección en Internet de la Real Academia Española http://www.rae.es/ ,
lugar serio y prestigioso, si los hay, donde se puede obtener una respuesta definitiva respecto de cuestiones relacionadas con el buen uso del idioma castellano. En este sitio es posible consultar en línea la edición más reciente (la 22.º) del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) y también el DPD (Diccionario Panhispánico de Dudas).

Este es un lugar muy útil para aquellos interesados en mejorar su conocimiento y dominio de la lengua española, base de nuestra identidad cultural. Los que trabajamos con el idioma deberíamos estar actualizados al respecto. El lenguaje es un ser vivo que muta y se desarrolla a lo largo del tiempo, y lo que me enseñó mi maestra de la escuela primaria tal vez ha caído ya en desuso (y no porque yo sea del Jurásico).

En el sitio de la RAE (sobre todo, en el DPD), van a encontrar respuestas a las dudas más habituales sobre el uso del español: cómo se pronuncia una palabra; cómo se escribe (¿Y el acento dónde va? ¿Va?); concordancia; cómo se usa la puntuación o las mayúsculas, por ejemplo; cómo se forman los plurales y el femenino; cómo se conjugan los verbos; cómo se utilizan algunas locuciones, neologismos y extranjerismos. ¿Quién no ha vacilado alguna vez al respecto? (Dicen que de la duda surge la luz). Ahí van a hallar recomendaciones sobre uso y los argumentos de respaldo, para que podamos adecuar el lenguaje al modo de expresión (lengua oral, escrita, culta o popular; habla corriente, coloquial, esmerada o rural), a la situación comunicativa (formal o informal) y al nivel sociocultural de los hablantes.

Por supuesto, ninguna de estas variantes de la lengua es, en sí misma, censurable, como aclara el DPD. Pero también debemos tener en cuenta que “sólo el dominio del registro culto formal del idioma permite al individuo desarrollar todo su potencial dentro de su comunidad”. Por eso es importante cuidar el lenguaje.

Ya no tienen más excusas aquellos que dicen que ir al mataburros les da fiaca porque es un libraco pesado (de ultima, también ayuda a tonificar los bíceps, caramba). La RAE, además, tiene habilitado un servicio de consultas por correo electrónico (dentro de la página institucional). Si tienen alguna duda que no puedan despejar mediante los diccionarios que tengan a mano, pónganse en contacto con esta sección. Allí, un grupo de seres humanos muy atentos y cordiales (me consta) aclara los casos difíciles y, si se topan con una consulta complicada que requiera una investigación más profunda, pues se toman unos días para, luego, responder (también me consta) con la seriedad y profesionalismo que caracterizan a la Academia. Como este servicio gratuito recibe miles de pedidos por semana de todo el mundo de habla hispana (y no exagero), los encargados suplican que recurran a ellos sólo después de haber agotado la consulta al diccionario.

Como dice mi maestra de normativa, la Dra. Alicia Zorrilla: “…la lengua propia es un bien común que a todos nos toca cuidar y, si es posible, enriquecer o acrecentar.” ¡Vamos, un esfuercito! Seamos buenos siervos de la palabra. ¡Todo sea en pro del idioma!


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Dicen los que saben

Me ilumina Dn. Francisco Garzón Céspedes desde Madrid, España:

Acerca de lo que se necesita para ser un buen narrador oral artístico:

“(…) esto de ser primero buena persona (dos palabras tan devaluadas que incluso llegan a utilizarse por algunos en un sentido peyorativo) es esencial para la calidad de vida, primero, de la persona misma (y de los que ama), y después porque se dimensiona al mundo, y esencial para la profesión de contar oral artísticamente (…) porque el narrador oral artístico es desde siempre un comunicador, uno que enseña, entre tanto más, a imaginar y/o propicia el imaginar de los otros; y entre mucho más, enseñar a imaginar es enseñar a relacionar, y relacionar es imprescindible para crear y tiene que ver con todo (…)”

“Tenga presente que yo no suelo pretender ponerme de acuerdo con los demás todo el tiempo, las personas no son iguales, son diferentes, y tienen sí igualdad, o debieran tener, ante, por ejemplo, la justicia; a mí lo que me interesa son las coincidencias, el intercambio y mucho poder ser útil, aunque serlo sea sólo como resultado el hacer dudar al otro y llevarlo a investigar más y a reafirmarse o a transformarse y transformar. Pero si finalmente el otro no está de acuerdo conmigo es su derecho de individualidad (que no de individualismo) y muy posiblemente tan amigos. Se tratará pues de mis criterios, de mis sugerencias y quizás en alguna ocasión hasta de mis propias dudas.”


Sobre la sección “Cine cuentero”:

“Me ha agradado que coincidiéramos en el interés por las películas que tienen que ver con los contadores de cuentos o narradores orales artísticos comunitarios u orales artísticos de la corriente escandinava. He ido coleccionando estas películas. Y otras donde un personaje cuenta una historia (claro que el hecho mismo es representación de la oralidad y no es oralidad porque se trata de un actor que hace un personaje, y que como actor cuenta de memoria –y si hay literalidad no hay oralidad como afirma la antropología hace mucho–). Muestro algunas de estas películas o fragmentos de estos filmes en algunos de mis cursos o talleres. Y esta sección me parece de lo mejor de su blog.”


Respecto de la relación literatura – oralidad / escritor - narrador oral:


”En relación a otro de los aspectos, la oralidad es anterior a la literatura como sabemos y es prácticamente inútil cualquier intento de poner límites teóricos y técnicos a la oralidad desde la literatura porque la oralidad tiene todos los derechos del mundo respecto a las fuentes ya que el narrador oral artístico es un creador y no un reproductor, por eso el escritor que yo soy, y que intenta vivir con los pies en la tierra, para su (mi) salud mental siempre le dice a los otros "haga lo que usted quiera con mi obra, usted será responsable de lo que haga, no yo que ya hice lo que tenía que hacer: escribirla, publicarla, difundirla", y de inmediato siempre agradezco a quien se interesa.

“Porque lo único que realmente podrá proteger a la fuente, si es que de eso se trata (el narrador oral artístico tiene el derecho de tomarla incluso sólo como referencia) es que la sociedad avance en el respeto y en la comprensión de la oralidad entendida en sus valores y caracteristicas, y entendida como insustituible; entendida desde la propia oralidad y no desde el centrismo de la escritura y la literatura unas veces y del teatro otras (la oralidad narradora artística no pertenece al teatro y ni siquiera a las artes escénicas, y además como sabemos el cuentero comunitario o de la tribu es históricamente anterior al actor), entendida desde las ciencias de la comunicación de masas, entre más.

”Y lo único que realmente podrá proteger a la fuente es también que la sociedad avance en la formación de los narradores orales artísticos escénicos contemporáneos incorporando lo mejor de todo lo anterior, pero a la vez superando del todo los errores de una corriente como la escandinava (que mucho aportó y en mucho se equivocó). Y que los contadores de cuentos orales escénicos de hoy sepan que la oralidad artística no necesita (ni siquiera con los niños de tres años al contarles, y lo dijo Dora Pastoriza) ni del teatro ni de la integración de las artes para ser. Y que si lo que se hace en realidad no es oralidad sino cuento teatralizado, debe asumirse. Y si lo que se hace es integración de las artes (que todo eso puede estar muy bien o no, dependerá) se debe tener la lucidez y la honestidad de asumirlo explícitamente. Hay pocas cosas tan antiguas en el tiempo como la integración de las artes que ahora se pretende presentar como novedosa en los marcos del contar. Lo único novedoso en la oralidad narradora artística en sí hoy por hoy es la experimentación desde, dentro, de la propia oralidad, una realizada a partir del dominio de la ortodoxia e incorporando al experimentar, al irse a lo insólito, a lo modular, posibilidades y estructuras poco exploradas de la propia oralidad o de otras artes y disciplinas (siempre, si lo que se desea hacer es oralidad, sin que la oralidad al experimentar deje de serlo).
(…)
”No puedo tomarme todo el tiempo este trabajo (escribir esta carta) de persona a persona. Digo estas cosas colectivamente en mis clases, en mis libros, a la prensa, pero la he leído a usted y me ha conmovido y la he respetado.” (A pesar de los errores teóricos que cometo, aclaro yo.)
(…)
La amistad es agua iluminada. Contar oralmente es compartir la confianza. Contar es reinventar la oralidad de los sueños y de las verdades.”

¡Gracias, Francisco!


Dicen acerca de este escritor, hombre de la escena, investigador teatral, dramaturgo y comunicólogo singular:

“Francisco Garzón Céspedes (…) posee el secreto de Scherezade.” (1994) Lorenzo López Sancho, crítico. Diario ABC, España.

“Francisco Garzón Céspedes ha reinventado la narración oral para los escenarios (…). Cubano polifacético, además de desarrollar esta faceta, escribe sus propios cuentos. Su Cátedra [Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE)] ha colaborado con infinidad de instituciones españolas e iberoamericanas, que van desde organismos del Estado hasta universidades y organizaciones culturales.” (1995). Jesús Ruiz Mantilla, escritor, crítico. Diario El País, España.