Por Charles Bukowski (1920-1994. Borracho, putañero, vago y poeta).
Traducido por Gabriela Villano.
Si no sale estallando fuera de vos
a pesar de todo,
no lo hagas.
A menos que salga sin que nadie se lo pida
fuera de tu corazón y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tenés que sentarte durante horas
contemplando la pantalla de la computadora
o encorvado sobre la
máquina de escribir,
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo hacés por dinero o
fama,
no lo hagas.
Si lo hacés porque querés
mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tenés que sentarte y
reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si es mucho trabajo solo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si tratás de escribir como alguien más,
olvidate de eso.
Si tenés que esperar para que salga rugiendo fuera de vos,
entonces, esperá con paciencia.
Si nunca sale rugiendo fuera de vos,
dedicate a otra cosa.
Si primero se lo tenés que leer a tu esposa
o a tu novia o a tu novio
o a tus padres o a cualquiera,
no estás listo.
No seas como muchos escritores,
no seas como esos miles de
personas que se dicen escritores,
no seas soso, aburrido y
pretencioso, no te consumas amándote a vos mismo.
Las bibliotecas del mundo han
bostezado hasta quedarse dormidas
con los de tu clase.
No seas uno más de esos.
No lo hagas.
A menos que salga fuera
de tu alma como un cohete,
a menos que permanecer inmóvil
te vuelva loco o suicida o asesino,
no lo hagas.
A menos que el sol dentro de vos
te queme las tripas,
no lo hagas.
Cuando sea realmente el momento,
y si vos has sido elegido,
eso se logrará por sí mismo
y seguirá haciéndolo
hasta que te mueras o eso muera dentro de vos.
No hay otra manera.
Y nunca hubo otra.
Si querés leer el poema en su idioma original, hacé clic en:
http://docs.google.com/View?id=dgq9gptj_29fxq42bft
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