viernes, 13 de noviembre de 2009

Reflexiones: El hombre desciende del libro

El modo de relacionarse con los libros ha cambiado tanto que cualquier tiempo pasado ya es leyenda.

Por FRANCISCO SOLANO © BABELIA

(...) La injerencia de Internet ha transformado por completo el universo de relaciones literarias y los blogs han sustituido los debates y las tertulias. Y se da el caso, bastante curioso, de que muchos best sellers que usan la teoría de la conspiración de telón de fondo, ya sea en la época de los primeros cristianos o en una trama de espionaje actual, han descartado el único lugar en que esa teoría es infalible: la galaxia Gutenberg, víctima de la confabulación de las nuevas tecnologías. Estos cambios, tan apresurados y radicales, han desplazado aquel espacio pasional y humanístico del que surgieron, en nuestro ámbito, figuras como Larra, Baroja o Carlos Barral; hoy, pese a no carecer de prestigio, el escritor posee una proyección social mezcla de empresario de éxito y marca de fábrica.

De ahí que no sea extraño que, en el prefacio a Una especie en peligro de extinción, donde recoge sus mejores entrevistas a escritores norteamericanos -entre otros, Bellow, Bradbury, Ginsberg, Ellroy, Carol Oates, Neil Simon-, Lawrence Grobel deplore el espíritu disolvente de nuestra época: "No sé si los escritores", dice, "tienen el mismo poder sobre nosotros que tuvieron en el pasado, pero sí sé que nosotros nos hemos rebajado por el hecho de que no sean reconocidos del mismo modo que las estrellas del rock, las estrellas de cine o los deportistas profesionales". La prosa es calamitosa, pero acierta al poner el acento en los protagonistas de la historia. La evidencia de esa "rebaja" salta a la vista. (...) No es un repertorio de agudezas, sino una consulta a las voces que aún tienen algo que decir sobre la vieja pasión literaria, antes de que se extinga la figura del escritor.

Los cambios necesitan abastecerse de nostalgia, y lo que siempre permaneció en un ámbito restringido, hoy se puede airear gracias al ingenio y a la indeclinable porosidad de la literatura para abordar cualquier cuestión.

(...) El modo de relacionarse con los libros ha cambiado tanto que cualquier tiempo pasado ya es leyenda. (...) La obviedad de que los libreros, junto con los bibliotecarios, han sido los más acreditados defensores del libro nos transporta a una realidad que se está despoblando de modelos de imitación. Aún quedan libreros, claro está, y, según la pauta común, si se deciden a escribir una novela, ésta será una defensa de la lectura, lo que sin duda indica que siguen aferrados a la hermosa quimera. (...) No faltan historias, ni carecemos de testimonios que rememoran la excelencia del libro, pero ¿no indica su abundancia que el libro, en tanto que objeto, se está transformando, como los fantasmas, en materia de ficción?


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