Películas que hacen referencia a los cuentacuentos o al arte de narrar.
300 es una película épica llena de efectos especiales, dirigida por Zack Snyder, que se estrenó en Argentina en 2007. Cuenta la historia de la batalla del Desfiladero de las Termópilas (480 AC), en la cual 300 espartanos encabezados por el rey Leonidas (Gerard Butler) detuvieron en una misión suicida a un ejército persa al mando del rey Jerjes, que los sobrepasaba en número y que intentaba invadir y conquistar Grecia.
Pero esta es una película llena de violencia gráfica, sangre y sexo, ¿no? Sí. Es un muestrario de hombres atractivos, con músculos tallados a puro gimnasio, vestidos sólo con taparrabos minúsculos de cuero. Exacto. Es un film racista, homoerótico y, ya que estamos, homofóbico, que hace una apología del machismo heterosexual. También. Es un ejemplo de “arte fascista”. Puede ser. ¿Entonces, qué está haciendo la reseña de una película así en esta sección?
Si esquivamos los charcos de sangre y las tripas, si no nos distraemos con tanta carne en exhibición (y con nuestras fantasías eróticas), podremos ver cómo un rey muy hábil envía de regreso a Esparta a uno de sus mejores guerreros, porque alguien tiene que quedar vivo para contar la historia de los 300. Este guerrero se llama Dilios (David Wenham). En las crónicas históricas tiene otro nombre, no es un invento de los guionistas de la película. Dilios acaba de quedar tuerto en batalla. El rey Leonidas no decide apartarlo por esta incapacidad o desventaja para el combate, sino porque Dilios, además de su destreza con la espada, tiene el don de la palabra y es lo suficientemente hábil como para no permitir que la realidad le arruine una buena historia. Esto posibilita la introducción de elementos fantásticos en la película y hace que nos preguntemos dónde terminan los hechos verídicos y dónde comienza la “mentira” en un relato.
Dilios regresa a Esparta y con sus dotes de buen cuentero y palabrero conmueve al consejo espartano con la historia de la valentía de los 300 y contribuye al envío de más tropas para hacer frente al invasor. Al final de la película, es muy interesante para un narrador oral notar el arrobamiento en el que cae la tosca audiencia de Dilios en vísperas de la batalla de Platea, otra vez contra los persas. Podemos apreciar cómo una historia bien contada inflama los corazones, eleva el espíritu e impulsa a salir a defender la libertad y la madre patria. Por supuesto, también es posible ver cómo un relato y un narrador oral se pueden utilizar para fines políticos, como propaganda y arenga a las tropas antes del combate. Definitivamente, la palabra es peligrosa. Hay que ver en qué manos cae.
Para terminar, rescato esa postura de no permitir que la realidad arruine una buena historia. Qué quieren que les diga, a mí, Dilios me cae simpático.
300 es una película épica llena de efectos especiales, dirigida por Zack Snyder, que se estrenó en Argentina en 2007. Cuenta la historia de la batalla del Desfiladero de las Termópilas (480 AC), en la cual 300 espartanos encabezados por el rey Leonidas (Gerard Butler) detuvieron en una misión suicida a un ejército persa al mando del rey Jerjes, que los sobrepasaba en número y que intentaba invadir y conquistar Grecia.
Pero esta es una película llena de violencia gráfica, sangre y sexo, ¿no? Sí. Es un muestrario de hombres atractivos, con músculos tallados a puro gimnasio, vestidos sólo con taparrabos minúsculos de cuero. Exacto. Es un film racista, homoerótico y, ya que estamos, homofóbico, que hace una apología del machismo heterosexual. También. Es un ejemplo de “arte fascista”. Puede ser. ¿Entonces, qué está haciendo la reseña de una película así en esta sección?
Si esquivamos los charcos de sangre y las tripas, si no nos distraemos con tanta carne en exhibición (y con nuestras fantasías eróticas), podremos ver cómo un rey muy hábil envía de regreso a Esparta a uno de sus mejores guerreros, porque alguien tiene que quedar vivo para contar la historia de los 300. Este guerrero se llama Dilios (David Wenham). En las crónicas históricas tiene otro nombre, no es un invento de los guionistas de la película. Dilios acaba de quedar tuerto en batalla. El rey Leonidas no decide apartarlo por esta incapacidad o desventaja para el combate, sino porque Dilios, además de su destreza con la espada, tiene el don de la palabra y es lo suficientemente hábil como para no permitir que la realidad le arruine una buena historia. Esto posibilita la introducción de elementos fantásticos en la película y hace que nos preguntemos dónde terminan los hechos verídicos y dónde comienza la “mentira” en un relato.
Dilios regresa a Esparta y con sus dotes de buen cuentero y palabrero conmueve al consejo espartano con la historia de la valentía de los 300 y contribuye al envío de más tropas para hacer frente al invasor. Al final de la película, es muy interesante para un narrador oral notar el arrobamiento en el que cae la tosca audiencia de Dilios en vísperas de la batalla de Platea, otra vez contra los persas. Podemos apreciar cómo una historia bien contada inflama los corazones, eleva el espíritu e impulsa a salir a defender la libertad y la madre patria. Por supuesto, también es posible ver cómo un relato y un narrador oral se pueden utilizar para fines políticos, como propaganda y arenga a las tropas antes del combate. Definitivamente, la palabra es peligrosa. Hay que ver en qué manos cae.
Para terminar, rescato esa postura de no permitir que la realidad arruine una buena historia. Qué quieren que les diga, a mí, Dilios me cae simpático.
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1 comentario:
Muy buneo el comentario de 300. Mario
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