Películas que hacen referencia a los cuentacuentos o al arte de narrar.
La camarera del Titanic, dirigida por el español Bigas Luna, se estrenó en Argentina en 1999 y creo que todavía se puede conseguir en algún videoclub.
Cuenta la historia de Horty (Olivier Martinez), un operario que trabaja en una fundición, en un pueblo de Francia y que, un día, gana un certamen organizado por su patrón. El premio es un viaje a Inglaterra para ver la zarpada del Titanic. Horty, por las jugarretas del Destino, pasa la noche en un hotel inglés con Marie (Aitana Sánchez-Gijón), una camarera (léase mucama) que, al otro día, se embarca para trabajar a bordo del Titanic en su viaje inaugural (y definitivo).
Es muy interesante ver el regreso de Horty a su pueblo y a su esposa (sí, es un hombre casado, ¿qué esperaban?), porque en este momento de la historia, vemos cómo surge un narrador oral espontáneo. La escena de la primera contada de Horty en el bar del pueblo es imperdible. Y cada noche viene más y más gente a verlo contar, hasta que se transforma en un componente importante de su comunidad (contar historias ha sido, es y será es un lujo necesario).
En medio de relatos de amor trágico, mentiras, fantasías eróticas masculinas, romance, infidelidad y celos, podemos apreciar cómo un cuentacuentos se hace profesional y desarrolla sus habilidades que, hasta ese momento, no sabía que tenía (¿a alguien le suena conocida esta historia?). Horty deja su empleo estable en la fundición (más de un cuentacuentos se va a ver aquí reflejado). Comienza a viajar con su esposa y su representante artístico por los pueblos, contando historias y entreteniendo al público a la vera de los caminos y a la gorra, y después, en los teatros y cobrando entrada (¿ya se están identificando?). Es muy interesante ver cómo Horty evoluciona en su arte de narrar y los recursos escénicos que usa la compañía cuentera.
No les voy a contar el final de la película, no sería justo. Sólo les voy a decir que es una reflexión muy acertada de cómo, a veces, los seres humanos nos contamos un cuento para poder soportar mejor la realidad. ¿Qué es lo que recordamos y contamos? ¿Lo que realmente pasó? ¿O lo que a nosotros nos hubiera gustado que pasara?
Vean esta película, la van a disfrutar en más de un sentido.
La camarera del Titanic, dirigida por el español Bigas Luna, se estrenó en Argentina en 1999 y creo que todavía se puede conseguir en algún videoclub.
Cuenta la historia de Horty (Olivier Martinez), un operario que trabaja en una fundición, en un pueblo de Francia y que, un día, gana un certamen organizado por su patrón. El premio es un viaje a Inglaterra para ver la zarpada del Titanic. Horty, por las jugarretas del Destino, pasa la noche en un hotel inglés con Marie (Aitana Sánchez-Gijón), una camarera (léase mucama) que, al otro día, se embarca para trabajar a bordo del Titanic en su viaje inaugural (y definitivo).
Es muy interesante ver el regreso de Horty a su pueblo y a su esposa (sí, es un hombre casado, ¿qué esperaban?), porque en este momento de la historia, vemos cómo surge un narrador oral espontáneo. La escena de la primera contada de Horty en el bar del pueblo es imperdible. Y cada noche viene más y más gente a verlo contar, hasta que se transforma en un componente importante de su comunidad (contar historias ha sido, es y será es un lujo necesario).
En medio de relatos de amor trágico, mentiras, fantasías eróticas masculinas, romance, infidelidad y celos, podemos apreciar cómo un cuentacuentos se hace profesional y desarrolla sus habilidades que, hasta ese momento, no sabía que tenía (¿a alguien le suena conocida esta historia?). Horty deja su empleo estable en la fundición (más de un cuentacuentos se va a ver aquí reflejado). Comienza a viajar con su esposa y su representante artístico por los pueblos, contando historias y entreteniendo al público a la vera de los caminos y a la gorra, y después, en los teatros y cobrando entrada (¿ya se están identificando?). Es muy interesante ver cómo Horty evoluciona en su arte de narrar y los recursos escénicos que usa la compañía cuentera.
No les voy a contar el final de la película, no sería justo. Sólo les voy a decir que es una reflexión muy acertada de cómo, a veces, los seres humanos nos contamos un cuento para poder soportar mejor la realidad. ¿Qué es lo que recordamos y contamos? ¿Lo que realmente pasó? ¿O lo que a nosotros nos hubiera gustado que pasara?
Vean esta película, la van a disfrutar en más de un sentido.
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