martes, 28 de agosto de 2007

Cine cuentero 4: El imperio del fuego (2001)

Películas que hacen referencia a los cuentacuentos o al arte de narrar.

El imperio del fuego (Reign of fire) es una película futurística de acción dirigida por Rob Bowman, que se estrenó en Argentina en 2002 y que todavía se puede conseguir en algún videoclub.

La película comienza en el año 2002, en Londres, mientras se está construyendo una ampliación de la red de subterráneos. En un túnel profundo, los obreros tienen la mala suerte de despertar de su hibernación a un gigantesco dragón prehistórico que, después de incinerar a varios, huye y comienza a reproducirse a velocidad exponencial. El único sobreviviente es un niño de 12 años, Quinn Abercromby, cuya madre era la jefa de la cuadrilla de trabajadores, antes de que la hicieran a las brasas delante de su hijo, que había venido de visita a los túneles. Muy pronto, miles de dragones dominan Europa y el resto del mundo que, a estas alturas, ya está hecho escombros y cenizas, un poco por los dragones lanzafuego y, otro poco, debido a las armas empleadas por las potencias mundiales para derrotarlos.

De ahí saltamos al año 2020, a una Inglaterra post-apocalíptica. Un Quinn adulto (Christian Bale) encabeza uno de los pocos grupos de sobrevivientes, refugiados en un castillo medieval en Northumberland. La humanidad ha involucionado, no hay tecnología, ciencia, comunicaciones, ni informática (no ha quedado casi nadie para manejar las máquinas). Apenas se sobrevive a duras penas como en la Edad Media y no conviene salir al exterior, porque en cualquier momento, se corre el riesgo de ser cocinado al spiedo por los dragones voladores.

Y qué tiene que ver todo esto con los contadores de cuentos?

Imagínense un mundo sin televisión, cine, Internet, teatro, sin nada. En la mitad de la película, hay una escena maravillosa, en la cual Quinn entretiene a los niños y adolescentes harapientos y mal alimentados que viven en el refugio. Hay que hacer algo, porque los chicos no pueden salir a jugar ni a pasear al exterior, por el peligro de los dragones voladores. ¿Y qué hace Quinn? Les narra una historia, por supuesto. ¿Cuál? Una que lo marcó de chico, cuando la vida era buena y se podía mirar al cielo sin temor. Les cuenta una película que vio en el cine, un episodio de El imperio contraataca. Sí, de la trilogía de La guerra de las galaxias. Quinn, sin recurrir a “la cuarta pared” ante su audiencia, les narra, junto con un compañero, la famosa escena del duelo entre el buenísimo de Luke Skywalker y el malísimo de Darth Vader, que culmina con la famosa frase icónica: “Luke, soy tu padre” que, a estas alturas, ya es parte de la cultura de nuestro siglo (acuérdense que la película se desarrolla en 2020).

Aquí vemos a un contador de cuentos del futuro que, con sus relatos de una nueva tradición oral, mantiene viva una parte del acervo cultural de esa humanidad destruida y usa lo que tiene a mano: su cuerpo, su voz, su imaginación, un pequeño escenario, un pedazo de tela a guisa de capa, un par de palos a modo de sables láser. Un narrador oral “haciendo” cine y transmitiendo historias para el disfrute de sus interlocutores.

Rescato un diálogo al final de esta escena deliciosa, que más de un narrador oral sabrá apreciar en todas sus implicancias. Cuando termina la “función”, uno de los jovencitos le pregunta a Quinn:
–¿Esta historia la inventaste vos?
¿Y qué le puede contestar Quinn? Lo que responde un buen contador de cuentos en estos casos:
–Por supuesto, yo la creé.
Y tiene razón.
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