sábado, 22 de marzo de 2008

Crónicas contables 20

Hoy: De cuentos, sorpresas y cumpleaños.

El domingo 16 de marzo a las 18.30 en el bar La Maga de Flores, San Pedrito esquina Ramón Falcón, un enorme grupo de complotados nos reunimos para un festejo merecido: Susana Ruiz estrenó su octava década. Y Vivi Garcia organizó una reunión sorpresa para su primera maestra de narración oral con una eficacia similar a la de los estrategas que planearon la invasión a Normandía.

Vivi invitó “casualmente” a Susana a tomar un té por el barrio alrededor de las 17.30. Como La Maga estaba cerrada, fueron a un bar cercano y, una hora más tarde, cuando “de casualidad” pasaban por la vereda de La Maga, los invitados ya las estaban esperando a ellas dos (casi tuvimos que poner más mesas en la vereda). Como éramos unos cuantos para regalarle un cuento a Susana, Vivi nos entregó un sobre a cada uno. Al que le tocara un trozo de papel calado dentro del sobre, ése sería el narrador o narradora que le regalaría un relato breve a la homenajeada. Por eso todos fuimos con un cuento puesto (no salgan nunca de casa sin uno), aunque Vivi nos avisó que los cuentos no serían más de cinco. El azar decidiría quién. Vivi pidió que les avisáramos a aquellos narradores y "escuchadores" de cuentos que no tuvieran correo electrónico (método de complot elegido por la estratega para este operativo). Tan bien lo hicimos que Susana no se enteró de este homenaje sorpresa que le estábamos preparando. Que le preparó Vivi, mejor dicho.

Susana Ruiz es, sin duda, un referente en el arte de contar cuentos, como docente, desde su actividad en la radio, como formadora de narradores orales. Jamás ha dejado de regalar historias en español y en francés. Desde sus micrófonos abiertos, ha invitado a contar a todo aquel que se acercó con un relato temblando en la garganta. Ha sido y es una gran promotora de la palabra dicha y autora de un número importante de cuentos. Así que corresponde tener en cuenta estos pequeños grandes gestos de vez en cuando.

Como Ana Padovani no pudo estar presente en la celebración, mandó sus felicitaciones a Susana en una carta leída al principio por Vivi, la amable conductora de la reunión. Luego, abrieron el homenaje con sus relatos Bendita Berlin y Dora Apo y, después, comenzaron a narrar “los caladitos”, léase los cinco que tenían el símbolo de los conjurados elegidos (un papel calado dentro del sobre). Cerró el evento una maga (y sí, ¿qué se podía esperar en ese bar?), la señora Rosa Alfie, quien esta vez no materializó conejos de una galera, sino que hizo narrar un cuento a Richulina, una muñeca muy sexy de tamaño natural (no sólo los seres humanos le regalamos cuentos a Susana). Y finalmente, Angeles Gentile, amiga de la homenajeada, nos despidió leyendo el poema “El don de la palabra”, de Susana. En suma, un acontecimiento para recordar.

Me alegra decir que, esa noche, Susana Ruiz abandonó La Maga llena de besos, abrazos, regalos, cuentos y emociones varias. Era justo y necesario.


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