domingo, 21 de octubre de 2007

Cuidemos el idioma 3

“… al calor de las palabras va haciéndose nuestra vida, nuestra historia…”.
Dra. Alicia Zorrilla

¿Qué es la norma (la normativa)?

Para todas aquellas personas interesadas en mejorar su conocimiento y dominio de la lengua española, les transcribo algunos párrafos interesantes que figuran en el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) en línea, al que he hecho referencia en secciones anteriores. (¿Alguno de ustedes lee la introducción de los diccionarios?)
Se dice que “un diccionario es normativo en la medida en que sus juicios y recomendaciones están basados en la norma que regula hoy el uso correcto de la lengua española.


“La norma no es sino el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso. Si no existiera ese conjunto de preferencias comunes, y cada hablante emplease sistemáticamente opciones particulares, la comunicación se haría difícil y, en último extremo, imposible. La norma surge, pues, del uso comúnmente aceptado y se impone a él, no por decisión o capricho de ninguna autoridad lingüística, sino porque asegura la existencia de un código compartido que preserva la eficacia de la lengua como instrumento de comunicación.”

La norma de hoy


“Como toda institución humana, la lengua experimenta cambios en el transcurso de su evolución histórica, de manera que ese conjunto de preferencias lingüísticas convertidas en modelos de buen uso que constituyen la norma no es igual en todas las épocas: modos de expresión normales en el español medieval y clásico —e incluso en el de épocas más próximas, como los siglos XVIII o XIX—, documentados en escritores de calidad y prestigio indiscutibles, han desaparecido del español actual o han quedado fuera del uso general culto; y, viceversa, usos condenados en el pasado por los preceptistas del momento forman parte hoy, con toda naturalidad, del conjunto de hábitos expresivos de los hablantes cultos contemporáneos.”


Al analizar la supervivencia, difusión y extensión real de determinados usos de la lengua, los académicos pueden ofrecer soluciones y recomendaciones basadas en la realidad lingüística actual. Cabe aclarar que la Academia no ejerce “poder de policía” sobre los hablantes, a pesar de algunos atentados al idioma que enfurecen al más pacífico y que dan ganas de salir a hacer justicia por mano propia.


Para despedirme, los dejo con esta última reflexión del DPD: “(...) es necesario saber que un buen manejo del idioma requiere el conocimiento de sus variados registros y su adecuación a las circunstancias concretas en que se produce el intercambio lingüístico, y que, en última instancia, solo el dominio del registro culto formal, que constituye la base de la norma y el soporte de la transmisión del conocimiento, permite a cada individuo desarrollar todo su potencial en el seno de su comunidad.”

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