De un Villano contrariado
HOY: De cuentos y contratiempos.
El viernes 26 de octubre, fui a hacer una crónica a Cultural Cóndor Huasi, Av. Boyaca 1400. Este es un espacio en el barrio de Flores, en el que Vivi García ofrece un ciclo de narración oral para adultos que se llama “Cuenta conmigo” y en el que narra con invitados. Ese viernes a las 18.30 lo haría con Claudio Ledesma.
Salí con toda la intención de llegar con tiempo suficiente y hacer una crónica para este blog, pero el destino me puso un contratiempo en el camino. En una vereda céntrica, me emboscó (literalmente) una cronista de América TV que me quería hacer una entrevista, no porque yo fuera una escritora y narradora oral, sino porque, en breve, serían las elecciones presidenciales, me le había puesto a tiro y quería saber a quién cuernos iba a votar (ella no, yo). Dije “emboscó” porque la cronista llevaba un micrófono que estaba atado con un cable largo y grueso a una cámara que venía con un señor a unos metros. No podía esquivar a la cronista y huir como un jugador de rugby enardecido, porque el cuarto poder ocupaba todo el ancho de la vereda y la soga me cortaba el paso a la altura de las rodillas, así que recordé mis días escolares y me puse a saltar la cuerda en la vereda, porque yo tenía una misión: hacer una crónica cuentera. Nunca supe si la cámara estaba prendida.
Rumbeé hacia mi destino. Iba con tiempo; a pesar de todo, llegaba a horario, hasta que me enredé en una librería de viejo por la calle Corrientes, que tenía unas ofertas increíbles de libros de cuentos. Fue imposible resistirse. Salí con menos plata, menos tiempo y más libros que antes (siempre llevo uno o dos en la cartera, que me protegen de todo mal). Sin más dilaciones, me dirigí resueltamente a mi destino, apoyada por la guía de calles Filcar, imprescindible como un riñón para una desorientada como yo. Iba a llegar tarde, pero no demasiado.
No sé por qué cuernos me fui a Acoyte al 1400, si Cóndor Huasi queda en Boyacá al 1400 y así se difunde, bien clarito. Estas dos avenidas ni siquiera están próximas. Lo peor es que no es la primera vez que me pasa algo así. Me consuela saber que no soy la única que padece estos trastornos mentales, porque Claudio Ledesma sufre un desorden similar de arterias (no las de la cabeza, sino los sinónimos de ‘calles’). Si no me creen, pídanle su cuento de la estatua que seguía esperando (y digo “su” porque él lo escribió).
Como no quiero que me quiten la credencial de la Agencia de Noticias Narranews por inepta, otra vez me dirigí resueltamente a donde fuera que tenía que ir, después de preguntar a varios transeúntes, a un colectivero y a sus pasajeros (Si la cronista de América TV podía hacer una encuesta, ¿por qué yo no?). Llegué a Cóndor Huasi más tarde aún, en medio de un relato de Vivi García, por supuesto (nadie llega en los intervalos entre cuento y cuento, ¿no se han dado cuenta?). La puerta del establecimiento se abrió con un chirrido penetrante (¿Qué más se podía esperar?). Y yo me tropecé en el umbral, por supuesto. Cuando me senté en el fondo, tratando de ser lo más discreta posible, la pata de la silla rezongó contra el piso (no podía ser de otra manera) y me golpeé la rodilla contra la mesa (claro). A pesar de todo, Vivi García todavía no me ha retirado el saludo.
Cuando logré desprenderme de los contratiempos que traía, pude apreciar que Cultural Cóndor Huasi, con sus cuadros y fotos en las paredes, es un espacio agradable para contar, que vale la pena tener en cuenta.
Vivi se tuvo que ir antes por un contratiempo (es en serio), así que dejó encargado de la velada a Claudio Ledesma, quién había llegado tarde por un contratiempo. Gracias a Claudio me enteré cómo fue que Pedro Orgambide se hizo escritor. Después de sus cuentos, muy resuelta y caballerosamente, Claudio le dio la palabra a ¡Carlos Genovese!, que había llegado hacía unos días de un encuentro de narración oral en Uruguay y que estaba por Buenos Aires con sus talleres y espectáculos. El colega chileno había venido nada más que a escuchar cuentos y a acompañar a Claudio, y terminó narrando. Hay que tener cuidado cuando uno sale en compañía de cuenteros, maestro.
Fue así que nos enteramos de las ventajas de ser bilingües, sobre todo si uno es ratón, y del origen de ciertas costumbres políticamente incorrectas de los perros. Con la narración oral se aprende mucho, hasta los secretos de este mundo.
No sé si la concurrencia se habrá topado con alguna contrariedad al salir del convite. Lo único que sé es que, la próxima vez, voy a hacer una crónica como corresponde, si es que no tengo algún contratiempo.
HOY: De cuentos y contratiempos.
El viernes 26 de octubre, fui a hacer una crónica a Cultural Cóndor Huasi, Av. Boyaca 1400. Este es un espacio en el barrio de Flores, en el que Vivi García ofrece un ciclo de narración oral para adultos que se llama “Cuenta conmigo” y en el que narra con invitados. Ese viernes a las 18.30 lo haría con Claudio Ledesma.
Salí con toda la intención de llegar con tiempo suficiente y hacer una crónica para este blog, pero el destino me puso un contratiempo en el camino. En una vereda céntrica, me emboscó (literalmente) una cronista de América TV que me quería hacer una entrevista, no porque yo fuera una escritora y narradora oral, sino porque, en breve, serían las elecciones presidenciales, me le había puesto a tiro y quería saber a quién cuernos iba a votar (ella no, yo). Dije “emboscó” porque la cronista llevaba un micrófono que estaba atado con un cable largo y grueso a una cámara que venía con un señor a unos metros. No podía esquivar a la cronista y huir como un jugador de rugby enardecido, porque el cuarto poder ocupaba todo el ancho de la vereda y la soga me cortaba el paso a la altura de las rodillas, así que recordé mis días escolares y me puse a saltar la cuerda en la vereda, porque yo tenía una misión: hacer una crónica cuentera. Nunca supe si la cámara estaba prendida.
Rumbeé hacia mi destino. Iba con tiempo; a pesar de todo, llegaba a horario, hasta que me enredé en una librería de viejo por la calle Corrientes, que tenía unas ofertas increíbles de libros de cuentos. Fue imposible resistirse. Salí con menos plata, menos tiempo y más libros que antes (siempre llevo uno o dos en la cartera, que me protegen de todo mal). Sin más dilaciones, me dirigí resueltamente a mi destino, apoyada por la guía de calles Filcar, imprescindible como un riñón para una desorientada como yo. Iba a llegar tarde, pero no demasiado.
No sé por qué cuernos me fui a Acoyte al 1400, si Cóndor Huasi queda en Boyacá al 1400 y así se difunde, bien clarito. Estas dos avenidas ni siquiera están próximas. Lo peor es que no es la primera vez que me pasa algo así. Me consuela saber que no soy la única que padece estos trastornos mentales, porque Claudio Ledesma sufre un desorden similar de arterias (no las de la cabeza, sino los sinónimos de ‘calles’). Si no me creen, pídanle su cuento de la estatua que seguía esperando (y digo “su” porque él lo escribió).
Como no quiero que me quiten la credencial de la Agencia de Noticias Narranews por inepta, otra vez me dirigí resueltamente a donde fuera que tenía que ir, después de preguntar a varios transeúntes, a un colectivero y a sus pasajeros (Si la cronista de América TV podía hacer una encuesta, ¿por qué yo no?). Llegué a Cóndor Huasi más tarde aún, en medio de un relato de Vivi García, por supuesto (nadie llega en los intervalos entre cuento y cuento, ¿no se han dado cuenta?). La puerta del establecimiento se abrió con un chirrido penetrante (¿Qué más se podía esperar?). Y yo me tropecé en el umbral, por supuesto. Cuando me senté en el fondo, tratando de ser lo más discreta posible, la pata de la silla rezongó contra el piso (no podía ser de otra manera) y me golpeé la rodilla contra la mesa (claro). A pesar de todo, Vivi García todavía no me ha retirado el saludo.
Cuando logré desprenderme de los contratiempos que traía, pude apreciar que Cultural Cóndor Huasi, con sus cuadros y fotos en las paredes, es un espacio agradable para contar, que vale la pena tener en cuenta.
Vivi se tuvo que ir antes por un contratiempo (es en serio), así que dejó encargado de la velada a Claudio Ledesma, quién había llegado tarde por un contratiempo. Gracias a Claudio me enteré cómo fue que Pedro Orgambide se hizo escritor. Después de sus cuentos, muy resuelta y caballerosamente, Claudio le dio la palabra a ¡Carlos Genovese!, que había llegado hacía unos días de un encuentro de narración oral en Uruguay y que estaba por Buenos Aires con sus talleres y espectáculos. El colega chileno había venido nada más que a escuchar cuentos y a acompañar a Claudio, y terminó narrando. Hay que tener cuidado cuando uno sale en compañía de cuenteros, maestro.
Fue así que nos enteramos de las ventajas de ser bilingües, sobre todo si uno es ratón, y del origen de ciertas costumbres políticamente incorrectas de los perros. Con la narración oral se aprende mucho, hasta los secretos de este mundo.
No sé si la concurrencia se habrá topado con alguna contrariedad al salir del convite. Lo único que sé es que, la próxima vez, voy a hacer una crónica como corresponde, si es que no tengo algún contratiempo.
Si mi trabajo te resultó útil y de valor, comprá alguno de mis libros para regalar o para regalarte. Tu contribución y apoyo ayudarán a mantener los servicios de calidad de este blog. Consultá “Mis libros”. Gracias. G.V.
1 comentario:
Hola Gabriela, te faltó "mi" contratiempo, esa tarde me la había reservado para ir a ver a Vivi y a Claudio, hacía rato que no los escuchaba, salí de la nutricionista (sí, algún día hay que empezar), subí al auto, me apuré y cuando llegué a las 17,45 Condor Huasi estaba cerrado, dije bueno, a las 18.00 abriran o... ¿será que hay veda para espectáculos públicos? esperé en al auto leyendo, porque yo también tengo 2 o 3 libros en la cartera y la ví llegar a Vivi, entré tomé un tecito, charlé con Vivi, y en cuanto me descuidé, sonó mi celular (¿por qué no lo apagué al entrar, digo yo?, era mi hijito querido que me reclamaba (porque me había llevado el auto no porque me extrañara), lo tenía que llevar a un cumple así que le di un abrazo a Vivi, dejé saludos para Claudio y me fui "llorando" bajito, ¡ah! antes de irme dejé pago el te. Gracias por completar lo que me faltó ver, escuchar y disfrutar.
Alejandra Del Bueno
Publicar un comentario