martes, 30 de octubre de 2007

Cuentos por el mundo 2

El XXI Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas se llevará a cabo en Buga, Colombia, del 6 al 9 de noviembre de 2007.

Según los organizadores, se trata del evento más antiguo de narración oral de Iberoamérica. Participarán veinte contadores de historias de leyendas de varios países de América Latina y también de los Estados Unidos.

El objetivo de este encuentro es mantener un espacio abierto a la tradición oral, como punto de partida para el intercambio y la recuperación de la identidad cultural.

Para todos aquellos que deseen disfrutar de un regreso a la memoria de nuestros ancestros, sírvanse ponerse en contacto con Germán Jaramillo Duque, director general del encuentro (elgrupof@ert.com.co bugahistorias@ert.com.co)

Entre el 13 y el 15 de noviembre, organizadas por la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE), fundada y dirigida por el maestro Francisco Garzón Céspedes, se llevarán a cabo las Jornadas Iberoamericanas de NOE “Contar con La Habana”, en homenaje al 487.º aniversario de la capital cubana.

Como parte de las actividades de las Jornadas, se entregará el Premio Nacional Cuentería 2007, se ofrecerá una Gala de Oralidad Escénica, con prestigiosos narradores cubanos y españoles, se presentará la nueva Colección Gaviotas de Azogue y se dictarán clases magistrales. Como cierre de las Jornadas, se ofrecerá un espectáculo para / con niñas y niños Cuentos y poemas con la esperanza del mundo, con la participación de narradores de La Habana, La Palma, Madrid y Matanzas. Para más informes: ciinoe@hotmail.com


Celebración del Día Internacional del Cuento. “LA FIESTA DE LOS CUENTOS” (un espacio creativo, divertido para contar y escuchar historias, cantos y cuentos breves de la tradición oral infantil).

“La Sombrerera Cuentera” (Biblioteca Oral Itinerante) de la ciudad de Córdoba, Argentina, coordinada por Silvia Beresovsky (Narradora Oral y Educadora Teatral, Premio Pregonero Narrador Oral 2006 y coordinadora de los Encuentros Itinerantes de Narradores de Cuentos del Valle de Punilla) organiza la Celebración del Día Internacional del Cuento de temática infantil, desde el jueves 15 al sábado 17 de noviembre del 2007 en el Valle de Punilla y las Altas Cumbres.

De está manera desde Córdoba, la República Argentina se unirá por quinta vez a la celebración del Día Internacional del Cuento, jornadas en la que narradores de todo el mundo contarán cuentos en diferentes puntos del planeta. Habrá funciones a cargo de narradores profesionales y aficionados, y espacios abiertos para todos aquellos que tengan una historia para compartir. En el interior de la provincia, los festejos se harán en el marco del proyecto “Cuentos de Montaña con una montaña de cuentos”.

Para más información: narradoresichocruz@yahoo.com.ar

Crónicas Contables 8

De un Villano contrariado

HOY: De cuentos y contratiempos.

El viernes 26 de octubre, fui a hacer una crónica a Cultural Cóndor Huasi, Av. Boyaca 1400. Este es un espacio en el barrio de Flores, en el que Vivi García ofrece un ciclo de narración oral para adultos que se llama “Cuenta conmigo” y en el que narra con invitados. Ese viernes a las 18.30 lo haría con Claudio Ledesma.

Salí con toda la intención de llegar con tiempo suficiente y hacer una crónica para este blog, pero el destino me puso un contratiempo en el camino. En una vereda céntrica, me emboscó (literalmente) una cronista de América TV que me quería hacer una entrevista, no porque yo fuera una escritora y narradora oral, sino porque, en breve, serían las elecciones presidenciales, me le había puesto a tiro y quería saber a quién cuernos iba a votar (ella no, yo). Dije “emboscó” porque la cronista llevaba un micrófono que estaba atado con un cable largo y grueso a una cámara que venía con un señor a unos metros. No podía esquivar a la cronista y huir como un jugador de rugby enardecido, porque el cuarto poder ocupaba todo el ancho de la vereda y la soga me cortaba el paso a la altura de las rodillas, así que recordé mis días escolares y me puse a saltar la cuerda en la vereda, porque yo tenía una misión: hacer una crónica cuentera. Nunca supe si la cámara estaba prendida.

Rumbeé hacia mi destino. Iba con tiempo; a pesar de todo, llegaba a horario, hasta que me enredé en una librería de viejo por la calle Corrientes, que tenía unas ofertas increíbles de libros de cuentos. Fue imposible resistirse. Salí con menos plata, menos tiempo y más libros que antes (siempre llevo uno o dos en la cartera, que me protegen de todo mal). Sin más dilaciones, me dirigí resueltamente a mi destino, apoyada por la guía de calles Filcar, imprescindible como un riñón para una desorientada como yo. Iba a llegar tarde, pero no demasiado.

No sé por qué cuernos me fui a Acoyte al 1400, si Cóndor Huasi queda en Boyacá al 1400 y así se difunde, bien clarito. Estas dos avenidas ni siquiera están próximas. Lo peor es que no es la primera vez que me pasa algo así. Me consuela saber que no soy la única que padece estos trastornos mentales, porque Claudio Ledesma sufre un desorden similar de arterias (no las de la cabeza, sino los sinónimos de ‘calles’). Si no me creen, pídanle su cuento de la estatua que seguía esperando (y digo “su” porque él lo escribió).

Como no quiero que me quiten la credencial de la Agencia de Noticias Narranews por inepta, otra vez me dirigí resueltamente a donde fuera que tenía que ir, después de preguntar a varios transeúntes, a un colectivero y a sus pasajeros (Si la cronista de América TV podía hacer una encuesta, ¿por qué yo no?). Llegué a Cóndor Huasi más tarde aún, en medio de un relato de Vivi García, por supuesto (nadie llega en los intervalos entre cuento y cuento, ¿no se han dado cuenta?). La puerta del establecimiento se abrió con un chirrido penetrante (¿Qué más se podía esperar?). Y yo me tropecé en el umbral, por supuesto. Cuando me senté en el fondo, tratando de ser lo más discreta posible, la pata de la silla rezongó contra el piso (no podía ser de otra manera) y me golpeé la rodilla contra la mesa (claro). A pesar de todo, Vivi García todavía no me ha retirado el saludo.

Cuando logré desprenderme de los contratiempos que traía, pude apreciar que Cultural Cóndor Huasi, con sus cuadros y fotos en las paredes, es un espacio agradable para contar, que vale la pena tener en cuenta.

Vivi se tuvo que ir antes por un contratiempo (es en serio), así que dejó encargado de la velada a Claudio Ledesma, quién había llegado tarde por un contratiempo. Gracias a Claudio me enteré cómo fue que Pedro Orgambide se hizo escritor. Después de sus cuentos, muy resuelta y caballerosamente, Claudio le dio la palabra a ¡Carlos Genovese!, que había llegado hacía unos días de un encuentro de narración oral en Uruguay y que estaba por Buenos Aires con sus talleres y espectáculos. El colega chileno había venido nada más que a escuchar cuentos y a acompañar a Claudio, y terminó narrando. Hay que tener cuidado cuando uno sale en compañía de cuenteros, maestro.

Fue así que nos enteramos de las ventajas de ser bilingües, sobre todo si uno es ratón, y del origen de ciertas costumbres políticamente incorrectas de los perros. Con la narración oral se aprende mucho, hasta los secretos de este mundo.

No sé si la concurrencia se habrá topado con alguna contrariedad al salir del convite. Lo único que sé es que, la próxima vez, voy a hacer una crónica como corresponde, si es que no tengo algún contratiempo.

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domingo, 21 de octubre de 2007

Homenaje a un hada, lectora, escritora y narradora oral

El sábado 10 y el domingo 11 de noviembre se realizará un merecido homenaje a Graciela Beatriz Cabal en Mar de Ajó, Buenos Aires. Entre las actividades programadas, se incluyen dos micrófonos abiertos, donde todos los que quieran participar podrán contarla o leerla. El domingo 11, día del cumpleaños de Graciela, sus amigos plantarán un ciprés alegórico en el jardín de su casa de verano, llamada “La Sirenita”. A la tarde, se realizará una mesa redonda a cargo de Sandra Comino (escritora), María Azucena Villoldo (investigadora) y Claudio Ledesma (narrador oral). Los que quieran concurrir a estas actividades con entrada libre y gratuita, sírvanse comunicarse con el inefable Claudio Ledesma a claudiocuentos@yahoo.com.ar

Dice Sandra Comino de Graciela B. Cabal: “Su literatura pertenecía a esa clase de libros que muerden”. Déjense morder una vez más (nunca es suficiente). Nos vemos en Mar de Ajó.

Dicen los que saben 6

¿Qué es la calidad? ¿Qué es lo bueno?

“El enigma de la calidad en el arte nos enfrenta con otra palabra que, de alguna manera, está fuera de actualidad y que, por lo tanto, suena un poco rara: la belleza.(...) Tenemos que vivir exactamente en el punto de equilibrio de una equivalencia entre el libre fluir del impulso y las constantes pruebas y búsquedas de la calidad. Con muy poco juicio, producimos cosas inservibles. Con demasiado juicio, nos bloqueamos.
(...)
“No hace falta decir que hay múltiples visiones de la realidad, innumerables definiciones de lo que es bueno o valioso o bello, que difieren de persona a persona y de momento a momento para una misma persona. Una obra de arte puede contener material feo o áspero y, sin embargo, conmovernos profundamente. Una obra de arte puede estar hecha en forma exquisita, poseer belleza sensual y expresar la verdad, y, sin embargo, ser insípida.
(...)
“Algo que caracteriza al buen poema, novela, sinfonía o pintura es que genera innumerables interpretaciones ... personas diferentes los ven de manera distinta, y la misma persona los ve de manera diferente en distintas ocasiones. La centésima vez que disfruto de una obra de arte que me gusta sigo encontrándole algo nuevo, porque yo he cambiado y porque hay cierta vastedad o multiplicidad en el arte que puede resonar con las cambiantes versiones de mí mismo. Más que hablar de belleza o de calidad, creo que habría que hablar de bellezas o calidades.
(...)
“Observen, y ésta es una de las tensiones esenciales, que la elegancia o economía de expresión es lo opuesto a los excesos de la naturaleza y de la imaginación. Ambas tendencias contribuyen a lo artístico en nuestro trabajo.
(...)
“Para que haya arte tiene que haber (...) un vínculo con la realidad emocional que es la experiencia compartida del artista y el público.
“Nuevamente reiteramos que la belleza no tiene por qué ser hermosa o agradable.
(...)
“La calidad, la belleza (...) no pueden definirse, pero pueden reconocerse. Se reconocen cuando nuestro ser resuena con el objeto. (...) Las obras de arte (...) tienen que ver con el intercambio, o tal vez son ellas mismas el medio para el intercambio, entre lo poco que sabemos y lo mucho que somos.
(...)
“Se nos caen las lágrimas en ciertos momentos de las películas o las obras teatrales, incluso las que no se consideran artísticas, cuando algo ‘nos toca un resorte’. Esta metáfora es exacta, porque se refiere al fenómeno de resonancia o vibración comprensiva. (...) Sentir resonancia es un síntoma seguro de identidad con aquello que canta. La calidad es el reconocimiento de lo que Gregory Bateson llamó ‘el patrón que conecta’.
“Hay algo biológico en el arte y en el reconocimiento de la belleza y la calidad. (...). Con ‘biológico’ quiero decir que (...) somos lo suficientemente ricos y adultos como para resonar o vibrar en presencia de otra cosa que, a su modo, también está viva. Cuando el arte está vivo resuena comprensivamente con el corazón. Cuando el conocimiento está vivo resuena comprensivamente con la estructura profunda del mundo.
(...)
“No hace falta que usted altere su voz para agradar a los otros, ni tampoco para diferenciarse de los otros. La calidad surge de la resonancia con la verdad interna y es reconocida por ella.”

Stephen Nachmanovitch (1950), violinista, compositor, escritor y educador. Free play: la improvisación en la vida y en el arte. Paidós. 2006.
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Cuidemos el idioma 4

¿Por qué es necesario hablar y escribir bien?

Cualquiera sabe lo importante que es estimular el desarrollo del lenguaje y del vocabulario porque, en la medida en que las personas enriquezcan su creatividad y su fantasía, podrán desarrollar análisis crítico y síntesis para resolver sus problemas cotidianos.

He conocido a muchas personas de cualquier edad que sufren las carencias de una comunicación pobre y restringida. La palabra abre caminos, crea oportunidades en la vida. ¡Hay que aprovecharla!

Imagínense por un momento que son el jefe de personal de una empresa y que están a cargo de la selección de un profesional para un puesto importante en los estratos gerenciales medios de la organización. ¿Le prestarían atención a un postulante que presenta un currículum con errores de ortografía? Yo no. Estoy buscando un profesional, no un cuasi analfabeto que no sabe ni escribir. ¿Cómo va a redactar los informes? ¿Cómo se va a expresar en las reuniones dentro y fuera de la empresa? ¿Cómo nos va a hacer quedar? Cualquier jefe de personal medianamente sensato se hace estas preguntas.

Una vez me encontré con una licenciada en Relaciones Internacionales (este es un título universitario en la Argentina) quien, muy suelta de cuerpo, una vez redactó: “Fuimos a el aeropuerto” (sic). Creo que las únicas contracciones que conoció esta mujer fueron las que tuvo al parir a sus hijos. Un abogado, al escribir sobre lo difusa y complicada que se había tornado una cuestión, comentó que el tema de debate, con tantas conversaciones, idas y vueltas, “se había perdido en la lontanancia” (sic). En la lontananza habría que perderlo a él. Bien lejos. ¿Si contrataran personal o servicios, tendrían ganas de pagarles a expertos así? ¿Qué imagen da uno en estos casos? ¿Se han puesto a pensarlo?

Les aclaro que mi abuela materna no sabía si una palabra iba con “g” o con “j” y, a veces, se confundía la “c” con la “s”. Ella solo había ido a una escuela rural primaria cuando podía, montada en un caballo que compartía con los hermanos. Pero acá estamos hablando de graduados universitarios, no de una operaria textil de una fábrica (con todo el respeto que me merecen los obreros). Y lo que mi abuela no pudo hacer por ella, lo hizo por la hija: la mandó a estudiar el Magisterio. Cualquiera puede mejorarse, con un poquito de esfuerzo, eso sí. Eso me enseñaron mis raíces que se bajaron de los barcos.

Imagínense por un momento que llaman por teléfono a una empresa y la persona del conmutador, al atenderlos, pronuncia mal las palabras o las usa mal, se traga las “s” y delicias así. ¿Qué impresión causa esa empresa? ¿Contratarían sus servicios? ¿Le pagarían a gente así?

En el mundo en el que vivimos, si uno no habla bien, si no se expresa correctamente, parece que no existe. Nadie le presta atención. Es importante trabajar con la palabra oral, tan intangible, liviana, fugaz y viva, y también con ese algo duradero, inmóvil y rígido que es la letra impresa, que es buena y hay que saber utilizar. Si no, nos va a resultar muy difícil desarrollar nuestro propio potencial como seres humanos.

Si podés soñarlo, podrás hacerlo. Y las palabras nos pueden ayudar a imaginar a la persona en que soñábamos convertirnos. Por algo hay que cuidarlas.


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Reflexiones: El cuento como ser vivo (segunda y última parte)

Enfoque orgánico y biológico para una aproximación a la teoría del cuento.

En mi carácter de lectora feroz, cuentista, narradora oral, correctora de originales y traductora literaria, he estado relacionada desde hace décadas con estos organismos preciosos y amables que son los cuentos. Conozco su morfología, especies, variedades, olores y sabores; los disfruto, sé descubrirlos dondequiera que se oculten. Y ellos sienten predilección por mí.

No es mi intención presentarme aquí como la inventora del té con leche, sino compartir con ustedes algunas reflexiones que he acumulado, después de vagar mucho y con placer por el fabuloso mundo de los cuentos.


Todos los cuentos no son iguales. ¿En qué se diferencian los diversos sistemas o cuentos entre sí? ¿Por qué hay cuentos más complicados o sencillos?

Una estructura más complicada que otra no obedece, simplemente, al mayor número de piezas presentes. En otras palabras, la complejidad de un sistema-cuento no depende de la cantidad de sus elementos constitutivos, sino de la riqueza de las relaciones entre ellos. Cada elemento, molécula o célula de un cuento posee un grado de acción cualitativamente distinto, según esté incluido en un sistema complejo o en uno simple (la descripción de la naturaleza en un cuento puede ser un mero adorno de la trama, pero en otra historia, puede reflejar el estado de ánimo del protagonista).

Todo relato es un sistema de comunicación (algo quiere decir el que lo escribió). El cuento sería como el tejido de sostén de la idea o intención narrativa del autor (damos por sentado que esta persona tiene una idea clara de lo que quiere transmitir). Sólo se trata de lograr un determinado equilibro, para que el relato llegue a buen puerto. El objetivo es alcanzar “el estado óptimo del cuento”, tanto dentro del autor como dentro de los interlocutores o lectores, para que el relato pueda desarrollarse y florecer ante sus destinatarios. De esta manera, la magia del cuento puede circular y prosperar. No nos olvidemos que los cuentos también intervienen en la relación entre los individuos de manera sociológica (el acto de narrar implica compartir, uno no escribe para sepultar el texto en un cajón, sino para someterlo humildemente a la consideración de los demás, con todo lo que ello trae aparejado). Este principio es de especial importancia para el normal desenvolvimiento del cuento.

Una historia produce un efecto que se envía al receptor, en donde desencadena una reacción específica. El cuento, por lo tanto, es portador de información, de un mensaje. El relato está formado por pequeñas corrientes de ideas o temas que confluyen, a su vez, en corrientes mayores que se encuentran en un centro o núcleo que crece rápidamente hasta el clímax o resolución de la historia, para después entrar en el período de reposo (el final). El cuento, al ser transmitido oralmente o leído, desencadena una reacción significativa en aquellos alcanzados por él (algunos relatos no nos dejan “fríos”; las historias bien contadas no son “biodegradables” o sea, no pasan por nosotros sin dejar rastros).

También es necesario ser conscientes de que el acto de hablar y de escribir consta de tres elementos estructurales: palabra, sintaxis e idea, ordenados jerárquicamente y que poseen autonomía relativa, aún cuando cada frase exige una coordinación seriada (una oración que expresa una idea o concepto, después otra y así sucesivamente). Es conveniente un orden claro en el discurso (expresión oral o escrita), como vehículo para la transmisión o comunicación adecuadas del relato.

El cuento activa o inhibe una reacción determinada en su destinatario (atrapa la atención, impide que el interés por él decaiga). La acción o efecto de una historia es proporcional al grado de concentración de la sustancia que es el relato (hay cuentos leves o pesados que evocan reacciones, estados de ánimo y comportamientos diferentes). Nunca está de más recordar que una obra de arte es fuerte y químicamente pura. Esto último no lo digo yo, lo dice mi maestro Alberto Laiseca.

Algunas historias se difunden en forma rápida, otras llevan cierto tiempo de asimilación por parte del destinatario. El proceso de comprensión y goce del cuento tarda más o menos, según la velocidad de llegada (si un texto es fácil o hermético) y su inventario de mensajes (las riqueza o no de las relaciones entre los diversos componentes de la historia).

El relato no se vincula con su destinatario (lector u oyente) de manera simple y por una única vía, sino por muchos caminos que pasan a través de distintas áreas. El cuento penetra en su receptor a través de los sentidos corporales, emociones espirituales, sensaciones físicas, filtros mentales (prejuicios, escala de valores, actitudes ante la vida, dificultades físicas y psicológicas). Estos filtros están dados por el género, edad, raza, clase social, lugar geográfico de origen, nivel educativo, orientación sexual, ideología política, convicciones religiosas, etc.

Todo buen cuento “funciona” porque tiene en su interior un buen mecanismo de relojería (los recursos de los que dispone el autor para contar su historia por escrito). Este mecanismo de relojería es independiente de los estímulos externos (la lectura por parte del lector). El cuento tiene una actividad espontánea dentro de su universo y crea un efecto en el receptor. Siempre hay dentro de un relato alguna estructura que genera un movimiento (el discurrir del cuento desde la introducción, en la que ese nuevo universo se instala ante el lector, hasta desembocar en el desenlace, donde confluyen y se desagotan todos los elementos o subcorrientes de la trama). Dentro del mundo de un relato, hay estructuras visibles y otras latentes, hay disparadores que impulsan los hechos del cuento, hay un determinado comportamiento espacio-temporal (algo pasa en algún momento, en algún lado). El mecanismo central de relojería del cuento mantiene el ritmo del movimiento del relato (por ejemplo, si se trata de una historia de pura acción, introspectiva, morosa).

Por lo general, un cuento no es un organismo estático, sino un universo o sistema que se desarrolla de manera dinámica. El cuento tiene un proceso de floración, esplendor y marchitamiento, en el cual el factor tiempo desempeña un papel especial (lleva su tiempo leer una oración tras otra, escuchar una frase tras otra). El relato-flor se despliega, se abre, se extiende y se retrae en el espacio de su universo y este es el devenir temporal de un acontecimiento (la historia que se quiere contar, las peripecias o aventuras que suceden).

Para que el producto final (resolución de un cuento) esté regularmente vinculado con el punto de partida (la introducción), el desarrollo (o nudo) debe obedecer no sólo a un plan espacial preciso, sino también a un plan temporal. Un organismo-cuento consta, efectivamente, de muchas partes individuales formadas por diversos elementos. Pero esta complicada mezcla de procesos y materiales debe estar sincronizada de tal modo que, en cada instante, el producto sea sólo uno, el mismo organismo-cuento en los diferentes estados de su metamorfosis, hasta llegar a la resolución final. Por ejemplo, si un escritor cambia de idea a mitad del cuento, se desvía de su intención narrativa original y empieza a escribir otra cosa, sin efectuar los ajustes necesarios en su universo, al final, tenemos dos cuentos abortados dentro de uno incomprensible (la crisálida no se pudo transformar en mariposa). Aún cuando un solo elemento del conjunto de componentes del organismo-cuento “pierda el paso”, se producirán distorsiones que, si son especialmente graves, destruirán por completo lo que es el cuento (su sentido). Esta es una comparación muy simplificada de la sincronización de los procesos individuales de que consta el organismo-cuento.

Este organismo comienza como un sustrato potencial no diferenciado (introducción o esbozo del relato), pasa por diversos estados intermedios (peripecias de la trama, recursos técnicos del escritor) y, por último, termina como una forma totalmente manifestada (la conclusión). Todo cuento debería tener el tiempo disponible que sea necesario para atravesar los estados intermedios. La extensión de ese intervalo depende de la riqueza o no de las relaciones entre los diversos elementos del cuento. No es conveniente que el relato quede detenido en una etapa de desarrollo aún incompleta. Las orugas deben transformarse en mariposas a su debido ritmo, ese es su destino. Y es lindo ver un cuento volar.

© Gabriela Villano. 2007.

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Dicen los que saben 5

¿Cuál es la diferencia entre ‘construcción’ y ‘creación’?

G. K. Chesterton nos contesta: “Una cosa que se construye sólo puede amarse una vez que está construida; pero a una cosa que se crea se la ama antes de que exista.”

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936, Gran Bretaña). “Prefacio”, en Pickwick Papers de Charles Dickens.


El compromiso con el acto creativo es una entrega a lo desconocido. Bastante parecido al acto de amar, ¿no?


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Reflexiones: La estructura de los cuentos a partir de lo sexual (segunda parte)


Semejanzas entre el acto de escribir y el acto carnal. Clases de comportamiento “amatorio” de los cuentos, según este paralelismo jocoso y de buen gusto.

Como les dije en la primera parte de este artículo, estas reflexiones biológicas y orgánicas se basan en mi experiencia como lectora feroz, cuentista, narradora oral, correctora de originales y traductora literaria. No pretendo presentarme aquí como la inventora del helado, sino compartir con ustedes algunas reflexiones que he acumulado, después de vagar mucho y con placer por el fabuloso mundo de los cuentos.

Cabe aclarar que, en estas reflexiones, no vamos a poner bajo el microscopio los cuentos enrolados en el género erótico, sino que examinaremos las estructuras de armado o confección de los relatos en general y su modo de relacionarse con el lector (comportamiento amatorio).


Después de pasar por la introducción, llegamos al:

Desarrollo (el durante, en plena “intimidad”)

Una vez hecha la introducción del relato, el nudo o desarrollo se nos presenta de varias maneras. Hay relatos sádicos que, a partir de este momento, nos hacen sufrir y se divierten al inflingirnos dolor, a veces, mediante la acumulación de suspenso o misterio en la trama (uno se muere de ganas de saber cómo termina la historia y le duele aguantarse hasta llegar al final).

Lamentablemente, este efecto también puede ser el producto de una pluma insoportable. Hay lectores masoquistas que se la aguantan como comandos de elite, sin importar la calidad del escrito que tengan debajo de las narices. Hay que terminarlo sí o sí, caiga quien caiga (por lo general, uno).

Hay cuentos que nos mortifican con crueldad y sutileza, paso a paso, pero nos entregan un goce positivo. Otros vienen en catarata, arrebatan y abruman (el estilo “tsunami” también tiene su encanto). Hay algunos que son un dulce suplicio (vale la pena postergar el momento de la gratificación o desenlace) o bien son un castigo atroz (aquellos que no se pueden leer por ininteligibles o pesados).

Respecto de esta última variedad tremebunda, todo depende de la capacidad de aguante masoquista del lector y de cuánto le guste la tortura o ser humillado por aquellos escribientes pedantes que creen que el lector es un infradotado y lo tratan como tal. También depende de las ganas que uno tenga de ser golpeado e insultado por un relato mal confeccionado y por una ortografía, puntuación o redacción que dan lástima. Hay de todo, para todos los gustos.

Lo peor es que el pobre cuento con defectos de confección se debe someter a tratamientos dermoestéticos y cosméticos, cuando no cirugía mayor y diván, para poder remontar la depresión en la que se ha hundido ¡porque nadie le lleva el apunte! Lamentablemente, la forma viciada arruina el fondo que, de por sí, puede ser valioso e interesante. No sean crueles con los relatos, que los voy a denunciar a la APC (Asociación Protectora de los Cuentos, con sede en Ginebra).

Existe un fuerte componente emocional en el deseo del lector, y hay algunos a los que les encanta que el cuento los domine o los someta. Creo que se trata de gente que tiene ganas de ser controlada por la magia del cuento, tanto que hasta se olvidan del tiempo que marca el reloj, del entorno y del propio cuerpo. Este placer mutuo es esencial para la satisfacción del cuento y del lector (a los relatos también les gusta que uno los acaricie al pasar las hojas, los repase con la vista y regrese a ellos una vez más).

Así que, en este momento del desarrollo del relato, tenemos a un lector que, por lo general, presenta los siguientes síntomas: aumento del ritmo respiratorio y de la presión arterial (por el suspenso, misterio o emoción del cuento), taquicardia (producto del miedo o ansiedad, según el género narrativo), vasocongestión de la piel (hay historias que nos hacen poner colorados). Algunos lectores sensibles hasta se hiperventilan y no se pueden quedar quietos en su asiento. Si la estimulación directa producida por el cuento se prolonga, todo el cuerpo se pone tenso, todo adquiere velocidad y se espesa, todo aumenta y se endurece (estoy hablando de la atención, que se enfoca como un rayo láser y no se dispersa ni distrae, pase lo que pase en el exterior). En este momento de la historia, las hormonas liberadas por el cuento hacen que el lector se ponga de buen humor y ayudan a disminuir el grado de irritabilidad y angustia (aunque si a uno lo interrumpen justo en esta etapa de intensificación y promesas, le agarran ganas de matar gente).

Claro que nunca falta algún desubicado con expectativas falsas respecto del cuento, lo cual genera incomodidad y falta de autoestima en el pobre relato, que no sabe cómo diablos satisfacer a ese exigente que le tocó en suerte. Por supuesto, tampoco escasean los lectores más interesados en la cantidad que en la calidad, que compiten como maratonistas, al estilo “máquina sexual”, para ver quién lee más cuentos en una sola sentada. Hay gente para todo.

Hay historias de nunca acabar. Sí, en ese sentido. Hasta que uno, resignado y agotado, se marcha. Hay otros cuentos en los que se nota mucho que el autor, en un momento de la trama, se cansó de escribir, apresura el desenlace así nomás porque está apurado y abandona al lector sin contemplaciones, después de sublevarlo con las palabras y dejarlo con una desazón insoportable. Plumas irritantes y molestas.

Hay cuentos que acumulan tensión y suspenso; escalan, trepan, aumentan, suben (“¡Sí, sí, más!”, exclama el lector, ya sin cordura ni control). Es imposible dejarlos, te atrapan, te hipnotizan, te sublevan, te hacen gozar de una manera impresionante. El lector siempre quiere más, se traga los párrafos, tropieza con los ojos por encima de las palabras; quiere, pero no quiere llegar hasta el final (“¡Que dure un poquito más!”), hasta que la tensión se vuelve insoportable y hay que hacer algo para descargarla, porque si no, uno se va a enloquecer; algo le va a estallar.

Y estalla.

Cuando llegamos al clímax del relato, se genera una sensación indescriptible, producto de un maremoto biológico y psicológico que, si todo sale bien, genera una sensación de saciedad en el lector. Pero no siempre.

En el momento crucial del clímax, en pleno auge, aparecen dos clases posibles de cuentos. Están aquellos que, al final, entregan lo que prometieron al principio, y a uno sólo le quedan ganas de servirse un trago o prender un cigarrillo (yo no fumo) y contárselo a los amigos.

También están los relatos que amagan, muestran, insinúan, alardean y cuando llega el momento de la verdad, se quedan en un “coitus interruptus”. “¡Tanto lío para esto!”, exclama el lector frustrado (con toda razón). También hay cuentos engañosos que, en la “introducción”, te prometen una salva de cañonazos y, al terminar, sólo te quedás con una mísera cañita voladora que apenas chisporrotea un ratito. “¿Tanto tiempo y trabajo de lectura para semejante desenlace?”, se irrita el lector. Y ni qué hablar del precio que pagó por el libro. Desencanto, engaño. Nunca más con este (relato o escritor).

Lamentablemente, también hay cuentos “precoces”. Terminan antes de lo que corresponde y el lector se queda transformado en un gran signo de interrogación. ¿Qué es lo que acabo de leer? ¿Ya se acabó? ¿?

Y así, entre gozos y sombras, llegamos a la fase del Desenlace, que continuará en la próxima entrega.

© Gabriela Villano. 2007.

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Cuidemos el idioma 3

“… al calor de las palabras va haciéndose nuestra vida, nuestra historia…”.
Dra. Alicia Zorrilla

¿Qué es la norma (la normativa)?

Para todas aquellas personas interesadas en mejorar su conocimiento y dominio de la lengua española, les transcribo algunos párrafos interesantes que figuran en el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) en línea, al que he hecho referencia en secciones anteriores. (¿Alguno de ustedes lee la introducción de los diccionarios?)
Se dice que “un diccionario es normativo en la medida en que sus juicios y recomendaciones están basados en la norma que regula hoy el uso correcto de la lengua española.


“La norma no es sino el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso. Si no existiera ese conjunto de preferencias comunes, y cada hablante emplease sistemáticamente opciones particulares, la comunicación se haría difícil y, en último extremo, imposible. La norma surge, pues, del uso comúnmente aceptado y se impone a él, no por decisión o capricho de ninguna autoridad lingüística, sino porque asegura la existencia de un código compartido que preserva la eficacia de la lengua como instrumento de comunicación.”

La norma de hoy


“Como toda institución humana, la lengua experimenta cambios en el transcurso de su evolución histórica, de manera que ese conjunto de preferencias lingüísticas convertidas en modelos de buen uso que constituyen la norma no es igual en todas las épocas: modos de expresión normales en el español medieval y clásico —e incluso en el de épocas más próximas, como los siglos XVIII o XIX—, documentados en escritores de calidad y prestigio indiscutibles, han desaparecido del español actual o han quedado fuera del uso general culto; y, viceversa, usos condenados en el pasado por los preceptistas del momento forman parte hoy, con toda naturalidad, del conjunto de hábitos expresivos de los hablantes cultos contemporáneos.”


Al analizar la supervivencia, difusión y extensión real de determinados usos de la lengua, los académicos pueden ofrecer soluciones y recomendaciones basadas en la realidad lingüística actual. Cabe aclarar que la Academia no ejerce “poder de policía” sobre los hablantes, a pesar de algunos atentados al idioma que enfurecen al más pacífico y que dan ganas de salir a hacer justicia por mano propia.


Para despedirme, los dejo con esta última reflexión del DPD: “(...) es necesario saber que un buen manejo del idioma requiere el conocimiento de sus variados registros y su adecuación a las circunstancias concretas en que se produce el intercambio lingüístico, y que, en última instancia, solo el dominio del registro culto formal, que constituye la base de la norma y el soporte de la transmisión del conocimiento, permite a cada individuo desarrollar todo su potencial en el seno de su comunidad.”

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martes, 9 de octubre de 2007

Crónicas contables 7 bis




La Maratón de Lectura en fotos. Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Sede Callao. Viernes 5 de octubre de 2007.

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sábado, 6 de octubre de 2007

Crónicas contables 7

Hoy: De maratones y amigos de papel.

El viernes 5 de octubre, compartimos un encuentro con nuestros amigos los libros en el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de la Quinta Maratón Nacional de Lectura promovida por la Fundación Leer, tal como anunciáramos hace días en este blog.

Aquí en Buenos Aires, fue un día de lluvia e, incluso, granizo. Daban ganas de quedarse en casa. Sin embargo, nuestros amigos los libros hicieron salir a mucha gente que se sumó al encuentro. Casi nos quedamos sin sillas para acomodarlos a todos, y eso que el salón era amplio y cómodo. Pasamos una tarde agradable y el objetivo del evento se cumplió con creces: nos leímos textos de importancia subjetiva para cada uno de los presentes, nos escuchamos, compartimos algo bello y conocimos nuevos amigos de papel (y de los otros también).

Hay una escritora norteamericana de ciencia ficción que se llama Ursula LeGuin y que está convencida de que leemos libros para descubrir quiénes somos. Lo que otras personas reales o imaginarias hacen, piensan y sienten es una guía esencial para comprender lo que somos y en qué nos podremos transformar. Las historias, los cuentos, los relatos son una de las herramientas básicas que inventó la mente del hombre para obtener comprensión y entendimiento. Han existido grandes sociedades en la historia de la humanidad que nunca usaron la rueda, nunca la descubrieron, pero no ha existido ninguna sociedad en la que no se contaran historias.

Ursula LeGuin también afirma que cuando abrimos un libro e ingresamos en su universo único, estamos de acuerdo en volvernos insanos por un rato, consentimos en pensar y existir según los preceptos de ese mundo de papel contenido en el libro que estamos leyendo.

Como anfitriona del encuentro, invité a los presentes a entrar en este estado alienado, y la concurrencia respondió con gusto. Fue así que vino Cortázar, Graciela Cabal, Benedetti, Oliverio Girondo, Borges. También apareció un mito griego y un cuento atribuido a Einstein. Un Villano hizo de las suyas, como no podía ser de otra manera, aunque medio ruborizado entre tantas luminarias. También se dieron una vuelta las memorias del Dr. Maradona (el médico) y algunos relatos de escritores noveles y desconocidos (por ahora), que se trajeron también a sus autores. En suma, fue un encuentro muy emotivo. Saber que, en ese mismo momento, en el resto de la Argentina mucha gente estaba haciendo lo mismo que nosotros dio a esta reunión un sabor muy especial. En breve subiremos las fotos que nos sacamos abrazados a nuestros amigos de papel. Gracias a todos.

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Cine cuentero 7: Oldboy (2003)

Esta película coreana de suspenso, mezcla de policial negro, tragedia griega y drama psicológico, fue dirigida por Chan-wook Park y se estrenó en Argentina a fines de 2005. Contiene, a mi criterio, un par de temas que, indirecta y oblicuamente, tocan al narrador oral y a su quehacer responsable.

La película cuenta la historia de un hombre común y corriente llamado Oh Dae-su (Choi Min-sik), quien un día es secuestrado y encerrado en una “prisión privada”, no estatal. Empieza raro. Sigue peor. El cautiverio dura 15 años, y nadie conoce el motivo ni la identidad del captor. Luego, Oh Dae-su es liberado sin ningún motivo aparente, se le da un celular y dinero, y cinco días para descubrir por qué se lo encerró y quién lo hizo. Si no lo hace, algo malo le pasará.

El film en sí comienza con un hombre a punto de suicidarse, suspendido sobre el vacío, sentado en el borde de la terraza de un edificio y abrazando a su perrito blanco y espumoso (precioso el bichito). Hay otro hombre en esa terraza, un Oh Dae-su recién liberado de su cautiverio y que no ha interactuado con ningún ser humano en 15 años, a pesar de que su nombre significa “relacionándose con gente”. Oh Dae-su sostiene al suicida de la corbata e impide que se mate, no por consideraciones morales, éticas o humanitarias, sino porque necesita que alguien escuche su historia. ¿Me siguen? Si no hay audiencia, si no hay interlocutor, no hay posibilidad de relato, no hay narrador oral.

Oh Dae-su le cuenta su historia al suicida en la terraza En realidad, lo obliga, al atraparlo de la corbata y postergar su muerte. Si esa no es una “audiencia cautiva”, ¿la audiencia cautiva dónde está? (perdón por el chascarrillo). Luego, Oh Dae-su se marcha, haciendo caso omiso a los ruegos del suicida para que se quede y escuche la historia que él tiene para contarle a cambio. Al verse abandonado y silenciado, el desesperado se arroja del edificio y se mata, junto con su mascota.

Entre paréntesis, admito que esa parte me enfureció, el caniche no tenía por qué morir. Ya que estamos, los amantes de los animales cierren los ojos más adelante, en la escena del pulpito de verdad en el restaurante. (Sí, es esa película, la del pulpo.)

El film usa como plataforma de lanzamiento el tema de la venganza al estilo de El conde de Montecristo, para luego apartarse de esa línea y desembocar en una tragedia griega clásica, después de pasar por un policial negro, en el cual hay que descubrir un enigma. De paso, el director enfoca ciertos temas muy inmorales que mucha gente, y películas, no quieren tocar, pero los usa para crear un drama conmovedor y extremo, que no deja al espectador impávido. Hay mucha violencia gráfica, pero una parte se muestra fuera de escena, lejos de los ojos del espectador, quien sólo se la imagina a partir de lo sugerido en la pantalla, lo cual es mucho peor. Hay también algunas escenas gráficas de sexo, pero no gratuitas; sólo se incluyen para realzar la tragedia (y la sorpresa repulsiva) del final, que horroriza íntimamente al espectador. Y no exagero al decir tragedia, porque el héroe es un alienado vengativo y violentísimo; y el villano Woo-jin (Ji-tae Yu) es un lunático sádico, perverso, también vengativo y dolorido como el protagonista (¿les dije que los villanos me caen simpáticos?).

¿Y qué es lo que genera la tragedia, en última instancia? El defecto trágico del héroe: Oh Dae-su habla demasiado. Y cuando estaba en el colegio secundario, le contó lo que no debía a quien no debía, sin tener conciencia de lo que estaba contando. ¿Ya se están dando cuenta de por qué esta película figura en esta sección?

Cerca del final, nos enteramos de que no fue el pene del villano el que embarazó a una chica, sino la lengua del héroe. Al contar, un Oh Dae-su inconsciente echó a rodar una historia, que se deformó y se magnificó fuera de toda proporción, se transformó en verdad y condujo al suicidio de una adolescente.

Todas las deudas pendientes se pagan, sin importar los años que deban pasar para su satisfacción. Oh Dae-su paga por su pecado. “Esta boca es mía”, y él se hace cargo, para tratar de evitar una tragedia aún mayor que lo afectará aún más personalmente (el villano es muy inteligente y hábil para tender su trampa de venganza). Oh Dae-su se corta la lengua, para no seguir contando lo que no debe, después de enfrentar sus demonios privados y una revelación terrible que lo enloquece aún más (si es posible). Luego, Oh Dae-su le cuenta su historia a otra persona en una carta, por no tener otra manera de hacerlo.

Esta no es una película para cualquiera, es muy retorcida, complicada y tiene una locura poética y un estilo muy particulares. Analiza el dolor emocional, al mismo tiempo que entretiene, y enfoca un tema tabú, que puede ofender a mucha gente y que no les voy a contar (el simbolismo de la lengua, asiento de la palabra, es muy fuerte para un narrador oral). La resolución de la trama es extrema, porque toda la película se pasea por el extremo. Y encima, tiene un final abierto y ambiguo, que da para muchas interpretaciones. Una joyita.

Narradores orales, queridos lenguachudos profesionales, me parece que uno debería tener conciencia de lo que cuenta, cómo lo cuenta, por qué y para qué lo cuenta y a quién se lo cuenta, ¿no? Los dejo con la inquietud de Oldboy. Gracias.


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Dicen los que saben 4

Sobre lo difícil que es esto de escribir, sobre todo cuando otros lo consideran como un mero adorno innecesario que decora la rutina de la vida cotidiana:

“Si uno lee la vasta literatura moderna de confesión y autoanálisis, llega a la conclusión de que escribir una obra de genio es una hazaña de dificultad casi prodigiosa. Parece muy improbable que salga entera de la mente del escritor. En general, las circunstancias materiales están en contra. Los perros ladran, la gente interrumpe, hay que ganar dinero, se resiente la salud. Además, acentuando todas estas dificultades y haciéndolas más difíciles de soportar, está la notoria indiferencia del mundo. El mundo no le pide a nadie que escriba poemas o novelas o cuentos; no los necesita. Al mundo no le importa si Flaubert encuentra la palabra adecuada o si Carlyle verifica escrupulosamente este hecho o aquél. Naturalmente, no va a pagar por lo que no desea. Y así el escritor (...) sufre, especialmente en los años creativos de su juventud, todas las formas de desesperación y desaliento. De esos libros de análisis y confesión surge un grito de agonía, una maldición. (...) Si, a pesar de todo esto, aparece algo, es un milagro y probablemente no hay libro que nazca entero y sin daños, tal como fue concebido”.

Virginia Woolf. A Room of One’s Own (Un cuarto propio). 1929. Fragmentos traducidos por Gabriela Villano.


Esta es la autora que una vez dijo, más o menos, que para que una mujer pueda escribir ficción, necesita dinero para mantenerse y una habitación propia. Y tiene razón.


Jung, sin querer, le contesta:

“La vida del artista necesariamente debe estar llena de conflictos, porque dentro de sí lleva dos fuerzas enfrentadas: por un lado, el simple deseo humano de felicidad, satisfacción y seguridad en la vida, y por otro, una pasión despiadada que puede llegar al punto de pasar por encima de todos los deseos personales... Casi no hay excepciones a la regla de que una persona debe pagar muy caro por el don divino del fuego creativo.”

Carl Jung. Modern Man in Search of a Soul (El hombre moderno en busca de un alma). 1933.


Ahora yo pregunto: ¿Cuál es el precio que estarías dispuesto a pagar por tu arte? ¿Cuánto estás dispuesto a dar para volver a un viejo amor?

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lunes, 1 de octubre de 2007

Cuentos por el mundo

Del 12 al 14 de octubre de 2007, se realizará en Madrid, España, el XI Festival del Cuento de Buen Humor “Carcajada Total”, con narradores orales de Cuba, España, México y Venezuela, que ofrecerán cuatro espectáculos diferentes de narración oral escénica para adultos y jóvenes. El fundador de este Festival es Francisco Garzón Céspedes y está dirigido ejecutivamente por José Víctor Martínez Gil. Para más informes: ciinoe@hotmail.com

Y hay más.

Caszacuento, escuela de narración oral organizadora de los Encuentros de Narradores Orales, Cuenteros y Cuentacuentos en Uruguay desde el año 2000, invita al 7.º Encuentro Internacional de Narración Oral de Cuentos “Contar para vivir”, que se desarrollará en Montevideo, Uruguay, del 19 al 20 de octubre de 2007, con narradores orales de Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y Uruguay, que darán talleres de capacitación y espectáculos.
Según una gacetilla remitida por Niré Collazo, las inscripciones se realizarán hasta el 15 de octubre en Easy Planners (info@easyplanners.com).

Como parece que octubre es un mes muy cuentero, seguimos con las novedades:

El VII Encuentro de Narradores Orales Infantiles se llevará a cabo en Buga, Colombia, el 25 de octubre de 2007. El objetivo de este evento es hacer que los niños se interesen por la tradición oral de su entorno y que comprendan el significado de las expresiones “intercambio cultural” e “identidad cultural”.
Germán Jaramillo Duque, Director General del encuentro, nos cuenta que siete jovencísimos narradores orales de Costa Rica y 12 de Buga participarán en este encuentro.
Informes: elgrupof@ert.com.co bugahistorias@ert.com.co

Cine cuentero 6: El paciente inglés (1996)

Esta película dirigida y escrita por Anthony Minghella, basada en la novela homónima de Michael Ondaatje (¡léanla!), se estrenó en Argentina a principios de 1997.

Cuenta una historia de amor, traición y política, la del Conde Laszlo de Almásy (Ralph Fiennes), un explorador húngaro empleado por la Real Sociedad Geográfica en la década de 1930, para hacer un relevamiento topográfico y confeccionar mapas del desierto del Sahara, junto con otros expedicionarios de renombre.

En un momento de la película, que se caracteriza por los saltos de la trama hacia delante y hacia atrás en el tiempo, aparece una escena de narración oral espontánea muy interesante y reveladora.

Los exploradores han acampado en el Sahara. Es de noche y están reunidos al aire libre, alrededor del fuego. Después de cenar, se divierten cantando y bromeando. Cuando le llega el turno a la única mujer del grupo, Katharine Clifton (Kristin Scott Thomas), quien acaba de llegar hace unos pocos días acompañada por su esposo, ella se disculpa, bastante incómoda, porque no sabe cantar y, a cambio, ofrece contarles un cuento. Y les narra la historia del rey Candaules de Lidia, de su esposa y de su ministro Gyges.

Abro un paréntesis. Para aquellos no familiarizados con esta historia de la Antigua Grecia, y como tiene mucho que ver con la película, les cuento que el rey Candaules, que estaba enamoradísimo de su esposa, la mujer más hermosa del mundo, en un arranque de vanidad masculina (“Vean qué trofeo que tengo, muchachos; envídienme”), un día obliga a su ministro favorito Gyges (algunos dicen que era su guardaespaldas) a meterse de contrabando en la alcoba real y a espiar mientras la reina, ajena a la estratagema, se desviste, para acostarse con su marido. El objetivo de Candaules era que Gyges comprobara que los dichos del rey sobre la belleza de la reina eran ciertos, no sólo palabras. A Candaules todo le sale pésimo. La reina descubre al fisgón, se siente humillada y se enfurece con el marido, pero hace como si nada. Por supuesto, después se venga del esposo, obligando a Gyges (este hombre está para el cachetazo) a matar al rey en su lecho conyugal, usurpar el trono y casarse con ella, todo por haberla visto indebidamente desnuda.

Vale aclarar que Candaules prestó su nombre para acuñar el término “candaulismo”, práctica sexual en la cual una persona se excita al ver a su pareja tener relaciones sexuales con otra persona. Los cuentos sirven para muchos fines, hasta para darle el nombre a algunas conductas humanas. Cierro el paréntesis.

Volvamos a la película. Es significativo que Katharine, entre miles de historias para contar, haya elegido una sobre traición, porque después, ella le va a ser infiel al marido con uno de los exploradores, Almásy, aunque todavía no lo sabe. ¿El cuento como premonición? Ellos dos se acaban de conocer; Almásy la trata desde el principio de manera hostil e indiferente, y ella evita su compañía por encontrarlo desagradable e irritante. La elección de un cuento no es caprichosa, por algo se escoge un determinado relato para narrar en un determinado momento, aunque uno conozca el motivo o no. También es revelador que, antes de empezar a narrar, Katharine le haya pedido ayuda a Almásy con algunos nombres de los personajes, porque él anda siempre por todos lados con un libro de Herodoto, su autor y maestro favorito. Y ella narra una historia recogida, precisamente, por Herodoto, y lo dice al comienzo de su relato. ¿Qué está señalando la elección del autor? ¿A quién le está apuntando? Almásy se incomoda ante este pedido de asistencia y ella se molesta por su reacción (los dos son muy conscientes el uno del otro, a pesar de que, en apariencia, se llevan pésimo). ¿Qué está mostrando ese cuento? Me parece que está poniendo de manifiesto algo que a Katharine todavía no le resulta consciente: hay algo entre esos dos. ¿El cuento como indicador de sentimientos todavía subterráneos? ¿El relato le está avisando algo a Katharine? Cuando uno cuenta, se cuenta.

Katharine continúa narrando y la trama salta varias veces a una mansión italiana a fines de la Segunda Guerra Mundial, donde una enfermera canadiense, años después, le lee la misma historia a un paciente inglés quemado y desfigurado en un accidente aéreo. Más indicios, por si el espectador todavía no se ha dado cuenta de la identidad del famoso paciente inglés. Las transiciones temporales entre la narración en el desierto y la lectura en la casona italiana están muy bien enlazadas y el espectador nunca pierde el hilo de la historia de Candaules.

Volvamos al desierto. Katharine continúa narrando. Hay un juego de miradas entre ella y uno de los espectadores (Almásy), y ella se dirige directamente a Almásy en la escena en que la reina del cuento encara a su futuro amante. Luego, cuando llegamos al momento de la traición al rey, el cuento se le cae a Katharine. Y se le nota. No lo puede seguir sosteniendo. Algo se colapsa dentro de ella y quiere terminar el relato lo más rápido posible. Se lo saca de encima abruptamente y la contada finaliza de manera incómoda. Esta es una escena muy interesante sobre lo que no se debe hacer para terminar de narrar una historia.

Los cuentos no son para nada inocentes. Señalan y destapan. Para mí que hacen visible lo todavía invisible, ¿no les parece?

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