Damos inicio a una serie de siete artículos sobre los cuentos, los narradores orales, la palabra en el Tiempo y el arte de narrar.
Sobre los cuentos y sus virtudes metafísicas, los narradores orales y sus interlocutores.
“Como los gusanos que, según dicen, fecundan ciegos la tierra que atraviesan, las historias pasan de boca a oído y dicen, desde hace mucho tiempo, aquello que ninguna otra cosa puede decir. Algunas culebrean y se enroscan en el seno de un mismo pueblo. Otras, como hechas de una materia sutil, atraviesan las murallas invisibles que nos separan los unos de los otros, ignoran el tiempo y el espacio y, simplemente, se perpetúan. (…).
“Estas historias han sobrevivido a las guerras, a las invasiones, a la desaparición de los imperios. Han resistido a los siglos. Se han abierto camino por nuestra memoria, al igual que muchos de nuestros secretos.
“Si el cuento, placer antiguo y universal que reclamamos desde la infancia, conserva esa persistencia es, sin duda, porque encierra cierta virtud. Algún singular principio de permanencia. Su fuerza básica es, evidentemente, transportarnos mediante unas cuantas palabras a otro mundo, un mundo donde imaginamos las cosas, en lugar de padecerlas, un mundo donde dominamos el espacio y el tiempo, donde ponemos en movimiento a personajes imposibles, donde poblamos a voluntad otros planetas, donde introducimos criaturas bajo las hierbas de los estanques y entre las raíces de los robles, donde penden salchichas de los árboles y los ríos remontan su cauce, y los pájaros parlanchines se llevan a los niños, los difuntos inquietos regresan en silencio para reparar un olvido, un mundo sin límites y sin reglas, donde organizamos a nuestro placer los encuentros, los combates, las pasiones.
“El narrador es, ante todo, alguien que procede del exterior, que congrega en la plaza de un pueblo a aquellos que no saldrán jamás de él, que les hace ver otras montañas, otras lunas, otros miedos, otros rostros. Es el propagador de las metamorfosis.
“En este sentido, mediante el ‘érase una vez’, la posibilidad de trascender el mundo –dicho en otras palabras, la metafísica– se introduce en la infancia de cada individuo y acaso también en la de los pueblos, a menudo hasta el punto de hundir una raíz tan profunda que mantendremos nuestras invenciones humanas a lo largo de toda nuestra vida como una realidad incuestionable. Tras la admiración y la entrega, la historia que nos han contado es la base misma de nuestras creencias.
“Y, sin embargo, la historia no se limita a ese ir más allá o, si se quiere, a esta trasgresión. De modo inevitable, ya que es, esencialmente, una relación entre seres humanos, nos remite siempre al público que escucha y, en ocasiones incluso, aunque de forma menos visible, al propio narrador.(…)
"La historia es pública. Y, al contarse, habla.”
Fragmentos de la introducción de El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero. Jean-Claude Carriere. Editorial Lumen. España. 2000.
Jean-Claude Carriere (1931). Guionista, dramaturgo, escritor. Trabajó para Luis Buñuel y para numerosos directores de cine. Publicó reportajes y recopiló relatos antiguos.
Continuará.
Sobre los cuentos y sus virtudes metafísicas, los narradores orales y sus interlocutores.
“Como los gusanos que, según dicen, fecundan ciegos la tierra que atraviesan, las historias pasan de boca a oído y dicen, desde hace mucho tiempo, aquello que ninguna otra cosa puede decir. Algunas culebrean y se enroscan en el seno de un mismo pueblo. Otras, como hechas de una materia sutil, atraviesan las murallas invisibles que nos separan los unos de los otros, ignoran el tiempo y el espacio y, simplemente, se perpetúan. (…).
“Estas historias han sobrevivido a las guerras, a las invasiones, a la desaparición de los imperios. Han resistido a los siglos. Se han abierto camino por nuestra memoria, al igual que muchos de nuestros secretos.
“Si el cuento, placer antiguo y universal que reclamamos desde la infancia, conserva esa persistencia es, sin duda, porque encierra cierta virtud. Algún singular principio de permanencia. Su fuerza básica es, evidentemente, transportarnos mediante unas cuantas palabras a otro mundo, un mundo donde imaginamos las cosas, en lugar de padecerlas, un mundo donde dominamos el espacio y el tiempo, donde ponemos en movimiento a personajes imposibles, donde poblamos a voluntad otros planetas, donde introducimos criaturas bajo las hierbas de los estanques y entre las raíces de los robles, donde penden salchichas de los árboles y los ríos remontan su cauce, y los pájaros parlanchines se llevan a los niños, los difuntos inquietos regresan en silencio para reparar un olvido, un mundo sin límites y sin reglas, donde organizamos a nuestro placer los encuentros, los combates, las pasiones.
“El narrador es, ante todo, alguien que procede del exterior, que congrega en la plaza de un pueblo a aquellos que no saldrán jamás de él, que les hace ver otras montañas, otras lunas, otros miedos, otros rostros. Es el propagador de las metamorfosis.
“En este sentido, mediante el ‘érase una vez’, la posibilidad de trascender el mundo –dicho en otras palabras, la metafísica– se introduce en la infancia de cada individuo y acaso también en la de los pueblos, a menudo hasta el punto de hundir una raíz tan profunda que mantendremos nuestras invenciones humanas a lo largo de toda nuestra vida como una realidad incuestionable. Tras la admiración y la entrega, la historia que nos han contado es la base misma de nuestras creencias.
“Y, sin embargo, la historia no se limita a ese ir más allá o, si se quiere, a esta trasgresión. De modo inevitable, ya que es, esencialmente, una relación entre seres humanos, nos remite siempre al público que escucha y, en ocasiones incluso, aunque de forma menos visible, al propio narrador.(…)
"La historia es pública. Y, al contarse, habla.”
Fragmentos de la introducción de El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero. Jean-Claude Carriere. Editorial Lumen. España. 2000.
Jean-Claude Carriere (1931). Guionista, dramaturgo, escritor. Trabajó para Luis Buñuel y para numerosos directores de cine. Publicó reportajes y recopiló relatos antiguos.
Continuará.
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