¿Qué es la ficción?
Virginia Woolf nos dice en su ensayo Un cuarto propio (fragmentos traducidos por Gabriela Villano):
“... la ficción, o sea, la labor imaginativa, no se deja caer como un guijarro sobre la tierra, tal como podría pasar con la ciencia. La ficción es como una telaraña, sujeta con suma liviandad, tal vez, pero, de todas formas, unida a la vida en las cuatro esquinas. A menudo, la sujeción es apenas perceptible. Las obras de Shakespeare, por ejemplo, parecen estar suspendidas de la nada sólo por sí mismas. Sin embargo, cuando la telaraña se tironea oblicuamente, se la engancha en un extremo, se desgarra en el centro, uno recuerda que estas telarañas no han sido tejidas en el aire por criaturas incorpóreas, sino que son el trabajo de seres humanos que sufren, y que se fijan a cosas toscamente materiales, como la salud, el dinero y las casas en las que vivimos.”
¿Cuál es el estado mental más favorable para el acto de crear? ¿Podemos alcanzar alguna noción de la actitud o condición que fomenta y hace posible esa actividad extraña?, se sigue preguntando Virginia Wolf en su ensayo.
“… la mente de un artista, para lograr el esfuerzo prodigioso de liberar de manera total y completa la obra que está en su interior, debe ser incandescente, como la mente de Shakespeare (…). No debe existir ningún obstáculo en su interior, ninguna materia extraña sin consumir.
“Porque aunque digamos que no sabemos nada sobre el estado mental de Shakespeare, incluso al afirmarlo, estamos diciendo algo acerca de su estado mental. Quizás el motivo por el cual sabemos tan poco de Shakespeare, comparado con Donne, Ben Jonson o Milton, es porque sus envidias, rencores y antipatías se ocultan de nosotros. No nos retiene ninguna ‘revelación’ que nos haga recordar al escritor. Todo deseo de protestar, predicar, divulgar una ofensa a los cuatro vientos, ajustar cuentas con alguien, poner al mundo de testigo de alguna queja o dolor fue expulsado del interior de Shakespeare y consumido. Por lo tanto, su poesía fluye desde él libremente y sin impedimentos. Si alguna vez un ser humano logró que su trabajo se expresara por completo, ése fue Shakespeare. Si alguna vez existió una mente incandescente, sin obstáculos, (…) ésa fue la de Shakespeare.”
Virginia Woolf nos dice en su ensayo Un cuarto propio (fragmentos traducidos por Gabriela Villano):
“... la ficción, o sea, la labor imaginativa, no se deja caer como un guijarro sobre la tierra, tal como podría pasar con la ciencia. La ficción es como una telaraña, sujeta con suma liviandad, tal vez, pero, de todas formas, unida a la vida en las cuatro esquinas. A menudo, la sujeción es apenas perceptible. Las obras de Shakespeare, por ejemplo, parecen estar suspendidas de la nada sólo por sí mismas. Sin embargo, cuando la telaraña se tironea oblicuamente, se la engancha en un extremo, se desgarra en el centro, uno recuerda que estas telarañas no han sido tejidas en el aire por criaturas incorpóreas, sino que son el trabajo de seres humanos que sufren, y que se fijan a cosas toscamente materiales, como la salud, el dinero y las casas en las que vivimos.”
¿Cuál es el estado mental más favorable para el acto de crear? ¿Podemos alcanzar alguna noción de la actitud o condición que fomenta y hace posible esa actividad extraña?, se sigue preguntando Virginia Wolf en su ensayo.
“… la mente de un artista, para lograr el esfuerzo prodigioso de liberar de manera total y completa la obra que está en su interior, debe ser incandescente, como la mente de Shakespeare (…). No debe existir ningún obstáculo en su interior, ninguna materia extraña sin consumir.
“Porque aunque digamos que no sabemos nada sobre el estado mental de Shakespeare, incluso al afirmarlo, estamos diciendo algo acerca de su estado mental. Quizás el motivo por el cual sabemos tan poco de Shakespeare, comparado con Donne, Ben Jonson o Milton, es porque sus envidias, rencores y antipatías se ocultan de nosotros. No nos retiene ninguna ‘revelación’ que nos haga recordar al escritor. Todo deseo de protestar, predicar, divulgar una ofensa a los cuatro vientos, ajustar cuentas con alguien, poner al mundo de testigo de alguna queja o dolor fue expulsado del interior de Shakespeare y consumido. Por lo tanto, su poesía fluye desde él libremente y sin impedimentos. Si alguna vez un ser humano logró que su trabajo se expresara por completo, ése fue Shakespeare. Si alguna vez existió una mente incandescente, sin obstáculos, (…) ésa fue la de Shakespeare.”
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