domingo, 15 de junio de 2008

Dicen los que saben 16

“Cuéntame tu vida:

“El que cuenta su biografía diciendo: ‘Nací en tal lugar, recibí tal educación, luego quise tal cosa, después hice tal otra’… cuenta una historia.

“Toda biografía así narrada es sucesión de acontecimientos relacionados entre sí en forma coherente y lógica, como si no pudiera ser de otra manera, como si uno fuera realmente el dueño de su vida. Toda biografía, pues, es una reconstrucción fantasiosa y, tal vez artística digna de encomio.


“La vida es cuento:

“La vida es cuento. Solamente mirando hacia atrás, al pasado, uno se va reconstruyendo y diciendo: ‘Ésta es mi vida…’

“Y una vez que te la cuentas, ésa es tu vida, el cuento de tu vida.

“Y cuando te encuentras con alguien que despierta en ti las ansias de vivir, le cuentas quién eres, y le vas narrando momentos de tu vida, secciones de tu novela.

“Y ahí quedamos atrapados los unos con los otros. Como ciertas mariposas que no pueden huir de la luz, y están ahí, fascinadas, aleteando en el rayo de luminosidad.

“Se queda ella mirándolo a él, cuando cuenta su vida. Así está él cuando ella narra su infancia, su crecimiento, sus llagas, sus espejismos, sus sueños, sus pérdidas. (…)

“Los cuentos, nuestros cuentos de nuestras vidas tienen preferencia por lo triste, por lo que no fue y por lo que no pudo ser.

“Amar es pedirle al otro que me ayude a llenar esos huecos de la nostalgia eterna, del ser que no fue, del ser que no será, de la ausencia definitivamente estampada en el tiempo.

“Por eso él le cuenta a ella, por eso ella le cuenta a él, y se abrazan, y miran juntos en la lejanía, en un punto remoto, donde confluyen los cuentos tan diferentes, tan distantes, y se encuentran y se enlazan en alguna esperanza mayor.

“Así enamoró Otelo a Desdémona. Él lo relata de ese modo: ‘Su padre me quería antes. Me llamaba con frecuencia a su casa, y no cesaba de preguntarme sobre la historia de mi vida, exigiéndome el relato de las batallas, de los sitios en que me encontré, y los peligros que había corrido. Yo le contaba todo, incluso los años de mi infancia. Le referí las aventuras y los lances desastrosos que he corrido, así en tierra como en el mar... Le pintaba mi situación cuando fui vendido por esclavo y cuando fui rescatado… A ojos de todas mis relaciones, Desdémona se inclinaba hacia mí, permaneciendo seria y pensativa; y cuando los cuidados domésticos la obligaban a separarse de mi lado, se apresuraba a volver y con oído atento devoraba mis discursos.’

“En la trama de esos cuentos fueron ligándose las almas de Otelo, el moro, y la dulce y delicada Desdémona.

“Ella, en cierta oportunidad, le dijo que ‘si algún amigo mío llegaba a amarla, le enseñase yo a contar mi historia, pues ése sería el único medio de ganar su corazón. Al oír esto, me declaré, ella me amó, por los infinitos peligros que yo había corrido, yo la adoré porque tuvo piedad de mis desdichas’.

“Lo que más me emocionó de este fragmento es ese párrafo en el que Desdémona le pide a Otelo que si alguien aspirase a su mano, debería contarle los cuentos que Otelo le contaba. La amante recoge del amado su vida, su relato, y lo acuna, lo llena de piedad. Maternidad.”

Fragmentos del ensayo El cuento de mi vida, de Jaime Barylko, filósofo, educador y pensador argentino (1936-2002). Ed. Debolsillo. Buenos Aires. 2005.


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