Sobre la oralidad:
“La oralidad, tan antigua como el mundo, ha estado siempre presente en la vida del hombre. De ella se sirvió el hombre primitivo para hacer más llevaderas las noches oscuras. Se sirvieron nuestros antepasados para contarse sus historias ciertas o inventadas. Se han servido los políticos para esconderse en sus mentiras. Los historiadores, para guardar celosamente hechos importantes. Los maestros, para enarbolar sus verdades. La oralidad ha estado siempre ahí, va con nuestra propia vida. Se hace cotidiana y casi imperceptible, forma parte de nuestra historia, aunque a veces no nos demos cuenta de su presencia y de sus grandes transformaciones.
“Primero tuvo un carácter meramente oral. Se practicaba día a día, noche a noche, cotidianamente, y era la única forma que el hombre encontró para comunicarse. Luego el hombre se fue transformando y encontró la manera de comunicarse a través de la grafía. Entonces aparecieron las historias dibujadas en las paredes húmedas de las cavernas. Más tarde esos dibujos se convirtieron en signos, éstos en letras, se inventaron las palabras y surgió la escritura como una forma avanzada de oralidad.
“De la oralidad escrita pasamos a la oralidad audiovisual, a la oralidad artística, y en este proceso de transformación tan interesante y valedero, recurrentemente volvemos a la oralidad más pura, que es la de la palabra viva, la de las historias ciertas o falsas contadas a un auditorio ávido de escuchar vivencias que rescaten la esencia del hombre.
“En este mundo actual, en el que cada día se dan pasos agigantados hacia el desarrollo científico y la tecnología, y en el que ya no nos queda tiempo para recrear nuestra propia historia, ni para disfrutar de nuestra cotidianidad, está abriéndose paso la oralidad, para recordarle al hombre que la pureza existe, que no hay nada más hermoso que poder relatar lo que aconteció, y que ha llegado el momento de voltear la mirada hacia lo que verdaderamente somos…”
Fragmentos de “La presencia de la oralidad en la construcción de actitudes creativas”. Lic. Luisa María Guerra Fernández. Colombia. Universidad Santiago de Cali.
Si mi trabajo te resultó útil y de valor, comprá alguno de mis libros para regalar o para regalarte. Tu contribución y apoyo ayudarán a mantener los servicios de calidad de este blog. Consultá “Mis libros”. Gracias. G.V.
“La oralidad, tan antigua como el mundo, ha estado siempre presente en la vida del hombre. De ella se sirvió el hombre primitivo para hacer más llevaderas las noches oscuras. Se sirvieron nuestros antepasados para contarse sus historias ciertas o inventadas. Se han servido los políticos para esconderse en sus mentiras. Los historiadores, para guardar celosamente hechos importantes. Los maestros, para enarbolar sus verdades. La oralidad ha estado siempre ahí, va con nuestra propia vida. Se hace cotidiana y casi imperceptible, forma parte de nuestra historia, aunque a veces no nos demos cuenta de su presencia y de sus grandes transformaciones.
“Primero tuvo un carácter meramente oral. Se practicaba día a día, noche a noche, cotidianamente, y era la única forma que el hombre encontró para comunicarse. Luego el hombre se fue transformando y encontró la manera de comunicarse a través de la grafía. Entonces aparecieron las historias dibujadas en las paredes húmedas de las cavernas. Más tarde esos dibujos se convirtieron en signos, éstos en letras, se inventaron las palabras y surgió la escritura como una forma avanzada de oralidad.
“De la oralidad escrita pasamos a la oralidad audiovisual, a la oralidad artística, y en este proceso de transformación tan interesante y valedero, recurrentemente volvemos a la oralidad más pura, que es la de la palabra viva, la de las historias ciertas o falsas contadas a un auditorio ávido de escuchar vivencias que rescaten la esencia del hombre.
“En este mundo actual, en el que cada día se dan pasos agigantados hacia el desarrollo científico y la tecnología, y en el que ya no nos queda tiempo para recrear nuestra propia historia, ni para disfrutar de nuestra cotidianidad, está abriéndose paso la oralidad, para recordarle al hombre que la pureza existe, que no hay nada más hermoso que poder relatar lo que aconteció, y que ha llegado el momento de voltear la mirada hacia lo que verdaderamente somos…”
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