sábado, 26 de enero de 2008

Cine cuentero 9: La verdadera historia de Caperucita Roja (2006)

Cuando algunos ven una película de animación (en mi época se decía de dibujos animados), automáticamente la encasillan en el rubro “para niños”. Pasa lo mismo cuando se topan con alguien que cuenta cuentos. Parece ser que, para algunos, “cuento” y “dibujo” son sinónimos de “niño” e “infancia”. Siempre.

Para los que se resisten a este encasillamiento, aquí tenemos una película de animación de bajo presupuesto y alta calidad que no es sólo para niños. La verdadera historia de Caperucita Roja (Hoodwinked!), escrita y dirigida por Cory Edwards, Todd Edwards y Tony Leech, se estrenó en Argentina a principios de 2007. Glenn Close, Anne Hathaway, Chazz Palminteri y James Belushi, entre otros, les prestan sus voces a algunos personajes.

La película comienza en la mitad de la trama, en medio de una pelea en la casa de la abuela, en la que participan Caperucita Roja (Red), el Lobo (Wolf W. Wolf), la abuela de Caperucita y el Leñador. Llega la policía (un oso, una cigüeña, los tres chanchitos y un ciervo) y se llevan a todos los sospechosos a la comisaría del bosque, a tomarles declaración ante el investigador del caso, una rana (Nicky Flippers) que tiene un fox terrier dactilógrafo bastante parecido al Asta del detective Nick Charles. Cada personaje narra su propia versión de los hechos desde su propio punto de vista. Aquí la película le hace un guiño a Los sospechosos de siempre (ver Cine Cuentero 5) y, por qué no, a la novela Rosaura a las diez, de Marco Denevi, quien dijo una vez que la realidad es como una masa de hojaldre, formada por varias capas. Tenemos, entonces, cuatro puntos de vista distintos respecto del mismo hecho que, todos juntos, ayudan al espectador a ver mejor la realidad. Hay diferencias en las narraciones de los cuatro personajes (ubicación de los distintos objetos, iluminación, diálogo), pero esto representa las discrepancias que se producen en las declaraciones y recuerdos subjetivos de los testigos oculares de un hecho, tal como sucede en la vida real ¿Qué tal para una película “solo para niños”?

Cuatro personajes le cuentan a un detective su versión de la historia basada en el cuento tradicional de Caperucita Roja. De vez en cuando, aparece en la película un libro, en cuyas páginas se ve la versión de Charles Perrault. Las cuatro historias convergen en un mismo punto, según lo narrado por los personajes: el momento anterior al encuentro en la casa de la abuela, lo cual evoca a la película Rashomon de Akira Kurosawa (1950). Las distintas tramas se entrelazan, pero todo (hasta los gags) tiene sentido al final. Y hay un poco de sátira, referencias culturales y tomadura de pelo a los cuentos de hadas tradicionales, al estilo Shrek. También hay algunas escenas que son homenajes a películas como Fletch, Kill Bill y Matrix, todo envuelto en la investigación de un delito (hay un ladrón que roba recetas de cocina en el bosque, lo cual ha provocado el cierre de varios establecimientos gastronómicos de la zona).

La Caperucita de esta película sabe artes marciales y, al suponer que el Lobo la ataca en el bosque (la realidad es otra, tal como la cuenta el Lobo), lo espanta utilizando un aerosol de pimienta marca “Wolf Away” (“Alejalobos”). El Lobo (Wolf) es un ex policía mordaz, ahora periodista de investigación. Tiene como asistente y fotógrafo a una ardilla hiperactiva y de comportamiento compulsivo llamada Twitchy, que habla rapidísimo y que no puede probar la cafeína (ya se enterarán después por qué), que nos recuerda a Scrat, la ardilla con dientes de sable de La era de hielo. Wolf y Twitchy están investigando en secreto los robos de recetas en el bosque, hasta que se topan (literalmente) con la abuela de Caperucita, a quien le gustan los deportes extremos y tiene un tatuaje en la nuca que hace referencia a la película xXx de Vin Diesel, el sucesor de Arnold Schwarzenegger. En un momento, cuando la abuela está colgada del techo y se le cae una gota de sudor, la escena parodia Misión Imposible (1995) y El hombre araña (2002). Pobre Tom Cruise.

La calidad del argumento de la película hace olvidar el presupuesto y los recursos humanos modestos al alcance del equipo de producción. Aquí hay un grupo de gente inteligente e imaginativa que sí sabe contar una buena historia a partir de un material tradicional y que se da maña al no tener demasiados fondos disponibles (con plata cualquiera es creativo). Una joyita sólida.

Al final de la película (hay una secuela en carpeta), el saltarín señor Flippers, la rana detective, convoca a Caperucita, la abuela, Twitchy y al Lobo, y les cuenta que es miembro de la Agencia “Y vivieron felices y comieron perdices”. Como les ve talento, les ofrece trabajo como agentes secretos en misiones imposibles, porque hay muchos cuentos del bosque que necesitan un final feliz, y él es parte de una organización secreta que garantiza que esto suceda. Y al fin de cuentas, y de cuentos, ¿a quién no le gusta un final feliz?


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