“…Y el idioma, qué confusión; qué cosas nos decimos / sin saber lo que nos decimos.” Juan Ramón Jiménez.
Como un humilde aporte para hablar y escribir cada vez mejor, les acerco la dirección en Internet de la Real Academia Española http://www.rae.es/ , lugar serio y prestigioso, si los hay, donde se puede obtener una respuesta definitiva respecto de cuestiones relacionadas con el buen uso del idioma castellano. En este sitio es posible consultar en línea la edición más reciente (la 22.º) del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) y también el DPD (Diccionario Panhispánico de Dudas).
Este es un lugar muy útil para aquellos interesados en mejorar su conocimiento y dominio de la lengua española, base de nuestra identidad cultural. Los que trabajamos con el idioma deberíamos estar actualizados al respecto. El lenguaje es un ser vivo que muta y se desarrolla a lo largo del tiempo, y lo que me enseñó mi maestra de la escuela primaria tal vez ha caído ya en desuso (y no porque yo sea del Jurásico).
En el sitio de la RAE (sobre todo, en el DPD), van a encontrar respuestas a las dudas más habituales sobre el uso del español: cómo se pronuncia una palabra; cómo se escribe (¿Y el acento dónde va? ¿Va?); concordancia; cómo se usa la puntuación o las mayúsculas, por ejemplo; cómo se forman los plurales y el femenino; cómo se conjugan los verbos; cómo se utilizan algunas locuciones, neologismos y extranjerismos. ¿Quién no ha vacilado alguna vez al respecto? (Dicen que de la duda surge la luz). Ahí van a hallar recomendaciones sobre uso y los argumentos de respaldo, para que podamos adecuar el lenguaje al modo de expresión (lengua oral, escrita, culta o popular; habla corriente, coloquial, esmerada o rural), a la situación comunicativa (formal o informal) y al nivel sociocultural de los hablantes.
Por supuesto, ninguna de estas variantes de la lengua es, en sí misma, censurable, como aclara el DPD. Pero también debemos tener en cuenta que “sólo el dominio del registro culto formal del idioma permite al individuo desarrollar todo su potencial dentro de su comunidad”. Por eso es importante cuidar el lenguaje.
Ya no tienen más excusas aquellos que dicen que ir al mataburros les da fiaca porque es un libraco pesado (de ultima, también ayuda a tonificar los bíceps, caramba). La RAE, además, tiene habilitado un servicio de consultas por correo electrónico (dentro de la página institucional). Si tienen alguna duda que no puedan despejar mediante los diccionarios que tengan a mano, pónganse en contacto con esta sección. Allí, un grupo de seres humanos muy atentos y cordiales (me consta) aclara los casos difíciles y, si se topan con una consulta complicada que requiera una investigación más profunda, pues se toman unos días para, luego, responder (también me consta) con la seriedad y profesionalismo que caracterizan a la Academia. Como este servicio gratuito recibe miles de pedidos por semana de todo el mundo de habla hispana (y no exagero), los encargados suplican que recurran a ellos sólo después de haber agotado la consulta al diccionario.
Como dice mi maestra de normativa, la Dra. Alicia Zorrilla: “…la lengua propia es un bien común que a todos nos toca cuidar y, si es posible, enriquecer o acrecentar.” ¡Vamos, un esfuercito! Seamos buenos siervos de la palabra. ¡Todo sea en pro del idioma!
Como un humilde aporte para hablar y escribir cada vez mejor, les acerco la dirección en Internet de la Real Academia Española http://www.rae.es/ , lugar serio y prestigioso, si los hay, donde se puede obtener una respuesta definitiva respecto de cuestiones relacionadas con el buen uso del idioma castellano. En este sitio es posible consultar en línea la edición más reciente (la 22.º) del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) y también el DPD (Diccionario Panhispánico de Dudas).
Este es un lugar muy útil para aquellos interesados en mejorar su conocimiento y dominio de la lengua española, base de nuestra identidad cultural. Los que trabajamos con el idioma deberíamos estar actualizados al respecto. El lenguaje es un ser vivo que muta y se desarrolla a lo largo del tiempo, y lo que me enseñó mi maestra de la escuela primaria tal vez ha caído ya en desuso (y no porque yo sea del Jurásico).
En el sitio de la RAE (sobre todo, en el DPD), van a encontrar respuestas a las dudas más habituales sobre el uso del español: cómo se pronuncia una palabra; cómo se escribe (¿Y el acento dónde va? ¿Va?); concordancia; cómo se usa la puntuación o las mayúsculas, por ejemplo; cómo se forman los plurales y el femenino; cómo se conjugan los verbos; cómo se utilizan algunas locuciones, neologismos y extranjerismos. ¿Quién no ha vacilado alguna vez al respecto? (Dicen que de la duda surge la luz). Ahí van a hallar recomendaciones sobre uso y los argumentos de respaldo, para que podamos adecuar el lenguaje al modo de expresión (lengua oral, escrita, culta o popular; habla corriente, coloquial, esmerada o rural), a la situación comunicativa (formal o informal) y al nivel sociocultural de los hablantes.
Por supuesto, ninguna de estas variantes de la lengua es, en sí misma, censurable, como aclara el DPD. Pero también debemos tener en cuenta que “sólo el dominio del registro culto formal del idioma permite al individuo desarrollar todo su potencial dentro de su comunidad”. Por eso es importante cuidar el lenguaje.
Ya no tienen más excusas aquellos que dicen que ir al mataburros les da fiaca porque es un libraco pesado (de ultima, también ayuda a tonificar los bíceps, caramba). La RAE, además, tiene habilitado un servicio de consultas por correo electrónico (dentro de la página institucional). Si tienen alguna duda que no puedan despejar mediante los diccionarios que tengan a mano, pónganse en contacto con esta sección. Allí, un grupo de seres humanos muy atentos y cordiales (me consta) aclara los casos difíciles y, si se topan con una consulta complicada que requiera una investigación más profunda, pues se toman unos días para, luego, responder (también me consta) con la seriedad y profesionalismo que caracterizan a la Academia. Como este servicio gratuito recibe miles de pedidos por semana de todo el mundo de habla hispana (y no exagero), los encargados suplican que recurran a ellos sólo después de haber agotado la consulta al diccionario.
Como dice mi maestra de normativa, la Dra. Alicia Zorrilla: “…la lengua propia es un bien común que a todos nos toca cuidar y, si es posible, enriquecer o acrecentar.” ¡Vamos, un esfuercito! Seamos buenos siervos de la palabra. ¡Todo sea en pro del idioma!
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