EL DINERO Y LA PALABRA. ESCRIBE SILVIA HOPENHAYN
EN LA CRISIS ACTUAL, PALABRA Y DINERO PARECEN RIVALES QUE SE DISPUTAN EL DESTINO DE TODA LA HUMANIDAD.
La palabra es una moneda de cambio invaluable. No se cotiza en ningún lado, pero se reproduce en cualquier parte, puede modificarse o sostenerse y no se vende ni se compra, salvo excepciones poco honrosas. Su valor aumenta en función de la credibilidad de su portador, puesto que importa tanto quien habla como lo que se dice.
El dinero, en cambio, es impersonal, no se representa más que a sí mismo y quien lo detenta adquiere una identidad sin garantías, intercambiable, perecedera. Es el dinero el que define a su poseedor. De allí que su poder resulte mensurable. Pertenece al orden de lo material, mientras que la palabra obtiene su valor con relación a una persona o a otra palabra. No es mensurable de antemano: de allí la dificultad especulativa. Hay que creer en ella.
La palabra representa al que habla y a veces, sin saberlo, es la llave de su destino. En la crisis actual, palabra y dinero parecen rivales que se disputan el destino de toda la humanidad. (...)
Por Silvia Hopenhayn
Fuente: La Nación
Más información: www.lanacion.com
EN LA CRISIS ACTUAL, PALABRA Y DINERO PARECEN RIVALES QUE SE DISPUTAN EL DESTINO DE TODA LA HUMANIDAD.
La palabra es una moneda de cambio invaluable. No se cotiza en ningún lado, pero se reproduce en cualquier parte, puede modificarse o sostenerse y no se vende ni se compra, salvo excepciones poco honrosas. Su valor aumenta en función de la credibilidad de su portador, puesto que importa tanto quien habla como lo que se dice.
El dinero, en cambio, es impersonal, no se representa más que a sí mismo y quien lo detenta adquiere una identidad sin garantías, intercambiable, perecedera. Es el dinero el que define a su poseedor. De allí que su poder resulte mensurable. Pertenece al orden de lo material, mientras que la palabra obtiene su valor con relación a una persona o a otra palabra. No es mensurable de antemano: de allí la dificultad especulativa. Hay que creer en ella.
La palabra representa al que habla y a veces, sin saberlo, es la llave de su destino. En la crisis actual, palabra y dinero parecen rivales que se disputan el destino de toda la humanidad. (...)
Por Silvia Hopenhayn
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