Héctor Pavón le realizó una entrevista a Tomás Eloy Martínez a fines de 2008 y, entre otras cosas, le preguntó lo siguiente:
–¿Cómo fue el tránsito a la escritura?
–Fue el descubrimiento del poder que tiene la imaginación. Le cuento una anécdota. Yo iba a la escuela en la ciudad de Tucumán, y durante los meses de calor nos íbamos a una casa en el cerro con mis padres. Un día, con nueve o diez años, me contaron que había un circo maravilloso en la ciudad. Y yo dije: “Voy al circo y vuelvo a tiempo a casa”. Pero en el circo vi una muchachita, muy flaca, muy pálida, vestida de mariposa, montada de pie sobre un caballo y dando vueltas. Me enamoré. Y se me hizo tarde, y al llegar a mi casa encontré a mis padres desesperados. Tuve una penitencia: no podía leer libros ni podía ir al cine durante un mes. Dije: “Bueno, ya que mis padres no me lo permiten, voy a contarme una historia a mí mismo”. Me inventé una de un chico al cual sus padres castigan y por lo tanto los odia. Se escapa de la vigilancia metiéndose en una estampilla. Y así conocía el mundo y contaba cómo veía las distintas cosas de la vida, cocinas, amores en países extraños. Cuando terminé mi historia, mi madre la leyó y me dijo: “¿Qué es esto?”, y le dijo a mi padre: “Hay que quitarle la penitencia, porque lo que está haciendo es más peligroso que lo que le prohibimos”. Entonces, descubrí que la imaginación tenía poder.
Tomás Eloy Martínez.
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