miércoles, 30 de noviembre de 2011


Gabriela Villano coordina el ciclo:

Colectivo de Cuentos
(Narración oral para adultos)

Diferentes estilos y repertorios para alegrarte la tarde
con cuentos variados.

Sábado 10 de diciembre a las 18:
Miguel Fo (España), Marta Millicay y Gabriela Villano

En Chalmers Resto bar
Niceto Vega 5248 (SUM del fondo), Palermo Soho, CABA.

A la gorra.

Cuentos por el mundo 38

La Cátedra Libre de Narración Oral que depende de la Universidad Nacional La Plata (UNLP), Argentina, invita al 12º Encuentro Anual de Narración Oral en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (FPyCS-UNLP) denominado "Una Voz, muchas voces... hebras de una misma trama".

Se trata del Equipo de Narradores Orales de la FPyCS-UNLP, las "Tejedoras de Historias", coordinado por las docentes de la cátedra, que se expresan, en esta ocasión, sobre temas de relevancia social actual vinculados a la Mujer, mediante una actividad artística sustentada a través de los años desde la Universidad para la comunidad.

Esta celebración de la palabra, la palabra viva, la palabra-imagen, se realizará el viernes 2 de diciembre a las 19.30 horas en Calle 63, esq. 119, Facultad de Periodismo, Sede del Bosque, Aula Anfiteatro, La Plata, Buenos Aires. La actividad estará abierta a todo público y será gratuita.

Informes y coordinación general: Susana Lino, profesora titular de la Cátedra Libre de Narración Oral, FPyCS-UNLP: susanalino@ciudad.com.ar

Los interesados en participar en la Bienal del Cuento que se realizará en Camagüey, Cuba, del 10 al 20 de marzo de 2012, deberán responder a esta convocatoria antes del 15 de enero de 2012 dirigiéndose al Dr. Jorge Omar González Catá, Presidente del evento y Director General de la Institución Cultural: “Proyecto eJo” (proejo@pprincipe.cult.cu).

Aprovechamos para anunciarles que en la Bienal será presentado el libro El vuelo de la flecha (Editorial Tablas-Alarcos, Colección Oralia), compilado y anotado por Jesús Lozada y con prólogo de Mayra Navarro. Es una antología que recoge las traducciones que hicieran María Teresa Freyre de Andrade, de Eliseo Diego, y de María del Carmen Garcini, de textos clásicos norteamericanos sobre Narración oral, así como los escritos por las Dras. Freyre y Garcini.

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Fin de la beca del Fondo Nacional de las Artes

Las Cuevas del Villano Juan
(Gabriela Villano, Raúl Cuevas y Juan Ignacio Jafella, becarios del Fondo Nacional de las Artes – FNA)

Hay novedades respecto de nuestro proyecto becado sobre narración oral en escuelas carenciadas durante 2011:


De todo quedaron tres cosas:
la certeza de que estaba siempre comenzando,
la certeza de que había que seguir
y la certeza de que sería interrumpido antes de terminar.
Hacer de la interrupción un camino nuevo,
hacer de la caída, un paso de danza,
del miedo, una escalera,
del sueño, un puente,
de la búsqueda, un encuentro.

Fernando Pessoa

Reflexiones: Las manos en la masa

Por: Angélica Gorodischer

(…)
Hasta que tuve mi primera cocina y me encomendé al Señor y a toda Su Corte Celestial pero no hubo caso. Yo no sabía hacer un huevo frito. Claro que un huevo frito bien hecho no es tan fácil como parece, pero fácil o difícil, no sabía. No sólo no sabía cómo se hacían las costillitas à la Villeroy, sino que no sabía cómo se hervía una papa. Cometí todas las torpezas que pedirse puedan.

Es que además yo tenía puestos los ojos y el alma en otra actividad: yo quería escribir novelas. Y las dos cosas, vea, no andan bien juntas. Si una es una excelente cocinera, ¿cuándo escribe novelas? Si una escribe novelas, ¿cuándo cocina? La única manera de aunar ambas actividades sería no dormir, no rascarse, no salir, no bañarse, no mirar por la ventana, no, no, no. Y sobre todo no tener bebés. Ah, no, un momentito, pare la mano. Queríamos tener bebés. ¿Qué hace una ante semejantes dilemas? Lo que hice yo, sin mucha originalidad: una va y se refugia en las recetas.

Segunda época de mi vida en la cocina: recetas. No sé si las recetas no son otro género literario, francamente. Aprendí enseguida la jerga de las recetas: rehogue, añada, deje reposar, claras a nieve, diluya, exprima, pase por el cedazo, cuele, y así de seguido. Y un buen, un maravilloso día, me convertí en traidora. Tercera época de mi vida en la cocina: la traición. Ese día busqué una receta para ver cuánta manteca tenía que agregar a noséqué, y no la encontré. Y como estaba apurada, puse la manteca a ojo con un poco de miedo, lo confieso, y la cosa esa que no me acuerdo de lo que era salió espectacular.
(…)
Todavía no escribía novelas, escribía cuentos y me sentía feliz escribiendo. Pero la cosa es que, aunque no me lo confesaba, también me sentía feliz cocinando. Tanto que, ahora no, ya no, pero durante mucho tiempo, años, cuando me hacían una entrevista y me preguntaban si tenía un hobby yo contestaba "la cocina y el jardín". Durante años daba gusto meter las manos en la harina, picar ajo y perejil, batir huevos, agregar a último momento los champignones, rociar con caldo y cognac lo que se estaba cocinando en el horno, pasar por maicena los trozos de chocolate para que no se deshicieran cuando horneara la torta, vigilar el punto del arroz para hacer torrecitas blancas al lado del pescado marinado y cocido en la tinta de los calamares, mezclar el almíbar con la yema del huevo, agregar cebolla rallada a la ensalada alemana de papas.
(…)
Cociné durante cincuenta años. Mal al principio. Qué digo mal. Horriblemente mal. Un espanto. Un poco, sólo un poco mejor cuando me agarré de las recetas. Bastante mejor cuando me convertí en traidora. Bien cuando empecé a decidir por mi cuenta. Muy bien mientras mis cuentos crecían y de tanto en tanto alguien me daba un premio. Y una maravilla de ahí en adelante cuando me largué a la novela como quien cierra los ojos, levanta los brazos por sobre la cabeza y se zambulle.

Mis primeras novelas no eran muy buenas. Venían a ser como el paso de mi primera a mi segunda época de cocina. Pero, atención, aquí digo gloria y honor a los editores. No a todos, atención, ¡por supuesto que no! A los que dijeron "Bueno, no es ninguna maravilla pero quién sabe; vamos ver, vamos a editar esto". A Daniel, a Jorge, a Paco. Después traicioné a mis padres y a mis madres y empecé a cocinar, digo a escribir novelas, bastante mejor de lo que lo había hecho hasta el momento. Y un día, buen o mal día, según se mire, descubrí que estaba harta de cocinar. Que cincuenta años era una buena performance y que basta.
(…)
Otro buen o mal día me dediqué a burlarme de la cocina. Y con cuatro amigas (Hilda Rais, Ana Sampaolesi, Elvira Ibarguen, Virginia Haurie) escribimos Locas por la cocina con ilustraciones del Negro Fontanarrosa. Advertencia: que a nadie se le ocurra poner en práctica ninguna de las recetas que damos en ese libro, si no quiere morir envenenado entre estertores y convulsiones. Hay una sola, una sola receta verdadera, la de la cabeza guateada, que, sí, señoras y señores, es una receta de mi papá, el que entraba a inspeccionar las cocinas de los restaurantes a los que nos llevaba. Las otras son pura fantasía.

Ya no entro a la cocina más que para lo indispensable. Una torta una vez por semana cuando vienen las amigas a tomar el té. Un postre de vez en cuando si invito a alguien. Y nada más. Pero le debo a esa parte de la casa que da al jardín lleno de césped y árboles, una montaña de felicidad. Hay que entrar a la cocina, mujeres, no tengan miedo. Pero hay que saber salir. Escribir novelas es un buena puerta, ancha y lujosa. Pero hay otras: solamente hay que prestar atención, encontrarlas y arremeter.

Fragmentos del artículo “Las manos en la masa” publicado el 20 de enero de 2010 en la edición digital de la revista de cultura Ñ. Fuente: Clarín.com


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Dicen los que saben 54

Frases de José Saramago:

El poder lo contamina todo, es tóxico. Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder. Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones. Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder.

Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.

Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.

No busques trabajo: escribe.


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Cuidemos el idioma 43

EL USO DE LA PALABRA
Por Ángela Pradelli

Hay un bello poema de John Berger en el que el autor inglés enlaza el lenguaje y la vida en sus instantes primeros, y con esa fundición instala además la lengua en el lugar del alimento y también del futuro: Garganta abajo / se precipitaban / la gente y la sangre / en los helechos/ inalcanzable /aullaba un perro/ una cabeza entre labios / abrió / la boca del mundo / sus pechos / como palomas / se le posan en las costillas / su hijo mama el largo / hilo blanco / de las palabras que vendrán.

¿Creemos los docentes, como el poeta inglés, que las palabras son alimento y que no sólo nos traen siempre un futuro sino que, más aún, nos llevan hacia él? Cada vez que se concreta el milagro de la transmisión en las aulas, en esa complejísima trama que alumnos y docentes construimos al atravesar la experiencia de la enseñanza confirmamos que el lenguaje es la herramienta con la que fundamos el porvenir y cimentamos los días que llegarán.

Es imposible separar al hombre de la lengua. “Lo mejor del hombre se relaciona con el milagro del lenguaje, dice Steiner; y hasta ahora la humanidad y ese milagro han sido indivisibles. Si el lenguaje perdiera una parte de su energía, el hombre se volvería menos humano.” Cuando el lenguaje se convierte en el centro de nuestras clases y hacemos de su desarrollo, en los alumnos y en nosotros, una preocupación, un trabajo diario, una causa, el efecto es una riqueza que explota en todos los aspectos de nuestra vida.

Pensemos en lo que significa que nuestros alumnos escriban poemas, que lleguen al hueso de la palabra y que a su vez arriben a lo más descarnado de su propia interioridad. Pensemos en lo que significa que nuestros alumnos enuncien opiniones, involucren su lengua y comprometan su palabra , que lean los signos sociales y culturales, discutan, se cuestionen y logren poner en tensión aun las posturas más rígidas.

Recobrar en las aulas la energía de la lengua -de las lenguas habría que decir mejor, sí, hay que decirlo así-, recobrar las energías de las lenguas nos daría, siguiendo a Steiner en su razonamiento, una sociedad más humana . Todo acto educativo es básicamente un acto de lenguaje. La forma en que percibimos el mundo depende de nuestro lenguaje. Tenemos que pensar un futuro que haga de este mundo una tierra mejor.

Para eso también necesitamos palabras.

Nuestros alumnos necesitan las palabras para tener sus sueños, para pronunciar los verbos que les abran las puertas propias y sobre todo las puertas del otro.

El eje de nuestras clases de lengua en la escuela no debería centrarse en la clasificación correcta de los verbos en regulares e irregulares, o del subrayado de pronombres, o del plural de los sustantivos.

Se hacen entonces cada vez más inútiles los manuales que se agotan en el detallismo y describen la lengua como muerta porque a cambio, en la escritura misma, la morfología nos muestra la multiplicidad de las formas y la semántica nos permite nombrar las cosas no sólo de este mundo sino también de otros.

Hay un universo expresado en los signos y es en las aulas donde tenemos que aprender a hacer una lectura de los símbolos, interpretar los íconos, desandar los índices y construir sentidos.

La lengua que enseñamos en la escuela tiene que ayudar a nuestros alumnos a internarse en los bordes de sus propios límites y descifrar allí la sintaxis de los enunciados en su subjetividad, oír los acentos y gozar la música de la gramática. Hay una frase del fotógrafo húngaro Robert Capa que nos viene al caso. “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, dice Capa, es que no te has acercado lo suficiente”.

Llevemos esta observación a nuestras clases y acerquémonos al lenguaje y a las palabras para enseñarles a nuestros alumnos una lengua que ellos puedan hacer estallar en mil astillas frente al dolor y frente a lo incomprensible. Hay que estar lo más cerca posible de las bocas porque el pronunciar mueve la lengua y mueve también las palabras y nos saca a todos de la cerrazón.

Hay palabras incluso en el dolor más profundo. Nuestros estudiantes tendrán que encontrarlas para salir del ahogo cuando la vida por momentos los asfixie . Hay palabras aun en la fragilidad de los instantes, en el vértigo de los amores que nos licuan, hay palabras aun en la oscuridad más cerrada y en las pérdidas irreparables. Inmersos en las palabras, somos, también, como quería Lacan, hablados por el lenguaje. Sí, aun en los sonidos más enmudecidos podemos oír hablar al lenguaje.

Es muy probable que el lenguaje sostenga el mundo, y a nosotros en tanto habitamos en él.

Sin lenguaje, no hay nada que pueda hablar de nosotros. Cómo intentar entender, explicar el mundo de cualquier época sin lenguaje.

“Por lo único que realmente tiene sentido esforzarse, dijo Ingeborg Bachamnn, poeta también, es por el lenguaje. Cuando el lenguaje de alguien no se sostiene, tampoco se sostiene lo que él dice”.

Enseñar en la escuela debería ser sobre todo enseñar el lenguaje. La mejor docencia es la que libera los dispositivos encajonados de una lengua, la saca de su sepulcro y la hace saltar en mil inflexiones y recorrer los caminos que van y vienen buscando el peso de los significados, explorando la música de las palabras, una entonación. Enseñar y aprender en la escuela nos hace penetrar en el cuerpo de las palabras para atravesar la gramática del deseo, la sintaxis de la libertad.

Fuente: diario "Clarín". Semana del 9 de julio de 2010.
Más información: www.clarin.com

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Cine cuentero 30: El resplandor

Películas que hacen referencia a los narradores orales o al arte de narrar.

El resplandor (1980) es una película de terror dirigida por Stanley Kubrick, basada con ciertas licencias en el libro homónimo de Stephen King y protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall y Danny Lloyd.

La película cuenta la historia de Jack Torrance, un escritor frustrado, alcohólico, abusador de niños y desempleado (Jack Nicholson) quien, junto con su esposa Wendy (Shelley Duvall) e hijo (Danny Lloyd), se instala como casero en un hotel muy alejado durante el cierre del establecimiento por la temporada invernal. El hijo posee habilidades paranormales, el famoso “resplandor” del título; puede ver el futuro, el pasado y los fantasmas que habitan en el hotel. En pleno invierno, aislados por una tormenta de nieve, el padre lentamente comienza a perder la razón, quizás impulsado por las presencias sobrenaturales del hotel, e intenta asesinar a su esposa e hijo.

Hay numerosas referencias a algunos cuentos de hadas (y también a dibujos animados) en toda la película. Cuando le muestran la cocina del hotel, Wendy se remite a Hansel y Gretel cuando dice: “Este lugar es como un laberinto gigante. Voy a tener que dejar un caminito de migas de pan cada vez que entre.” Antes, al principio de la película, cuando la familia viaja en auto hacia el hotel, hay una referencia al canibalismo, como en Hansel y Gretel y en la versión original, no censurada, de Caperucita Roja (Caperucita, a instancias del Lobo Feroz, come de la carne y bebe de la sangre de su abuela).

Algunos autores sostienen que la escena de Jack en la fatídica habitación 237 del hotel Overlook también hace referencia a Hansel y Gretel, basándose en los colores y diseños estridentes del cuarto (color jengibre, el mismo tono de la casita de la bruja en la versión en inglés del cuento). En esa habitación, una joven desnuda trata de seducir a Jack, para transformarse, luego, en una manifestación simbólica, según algunos, de la bruja mala de Hansel y Gretel, que bajo la forma de una anciana, cautivaba a los niños con golosinas para, después, ya con forma de bruja, comérselos.

El nombre de la esposa del protagonista, Wendy, hace recordar a la cuida niños de Wendy, de Peter Pan. La Wendy de la película se dedica a atender maternalmente a su hijo y a un marido-hijo (hasta le lleva el desayuno a la cama al grandulón y se ocupa de la caldera del hotel, responsabilidad de Jack). Algunos han querido ver en la furia homicida que Jack despliega hacia su esposa un intento simbólico de matricidio, pero mejor dejemos que lo decidan los psicólogos.

La mejor escena, en mi opinión, es cuando Jack se ha transformado en un psicótico cavernícola por la influencia maligna del hotel y está destrozando a hachazos la puerta del baño, para asesinar a su esposa e hijo que se han encerrado allí. Resulta interesante notar que todas las escenas importantes de la película se desarrollan en algún baño, lugar final adonde van los desechos (otro psicólogo aquí, por favor). En ese momento, mientras la emprende a golpes de hacha contra la puerta, Jack se dirige a su esposa e hijo como el Lobo Feroz de Los tres cerditos (basado en el corto animado de Walt Disney de 1933, más que en el cuento de hadas). Recitando un versito del cuento, les exige a los “cerditos” que le abran la puerta, de lo contrario: “Soplaré, soplaré, y tu casa derribaré.” En esa escena, Jack Nicholson realmente parece un lobo furioso, con el pelo largo y la barba crecida. Aunque también, con esa camisa leñadora y el hacha en la mano, se parece al leñador que salva a Caperucita Roja del Lobo Feroz.

En este momento el personaje explota y deja salir la rabia que ha estado incubando durante toda la película. Se entrega a sus impulsos asesinos y destroza la puerta con una alegría que pone los pelos de punta. Además de hablar como el Lobo Feroz del cuento y referirse a sí mismo como tal, al final de la película, Jack Torrance ya se ha transformado en un verdadero animal, ha perdido todo vestigio de humanidad, hasta el lenguaje, y gruñe y ruge mientras, como un Minotauro enfurecido, persigue a su hijo por un laberinto (símbolo del laberinto de la mente humana, del inconsciente o del lado oscuro del hombre) empuñando un hacha (otro símbolo, ya que laberinto significa “casa o palacio del hacha doble”).

Cuenta la leyenda cinéfila que Stanley Kubrick leyó Psicoanálisis de los cuentos de hadas, de Bruno Bettelheim, antes de escribir el guión de esta película. Si fue así, se nota.


Fuentes consultadas:


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