sábado, 31 de julio de 2010

Dicen los que saben 41

Jorge Dubatti comenta, en una nota publicada en la Ñ, algunos aspectos del teatro:

En el convivio teatral, el espectador es compañero (del latín, cum panis, el que comparte el pan), de allí la importancia de su amigabilidad, de su disponibilidad.
(...)
Strindberg mostró su preocupación por el público: “En la vida real, un acontecimiento es, generalmente, el resultado de una serie de motivos más o menos profundos, pero el espectador elige, en la mayoría de los casos, aquél que su mente entiende con mayor facilidad o el que enaltece su propia capacidad de discernimiento. (...) Tempranamente Strindberg desestima la posibilidad de guiar al espectador en una única dirección de estímulo. El espectador hace con los espectáculos lo que quiere (en materia de subjetividad), y lo que puede (en materia de formación).
(...)
La actitud estudiosa del espectador desplaza un teatro de placer por un teatro de goce, de acuerdo con los términos del semiólogo francés Roland Barthes aplicados a la literatura: “Texto de placer: el que contenta, colma, da euforia, proviene de la cultura y está ligado a una práctica confortable de la lectura. Texto de goce: el que pone en estado de pérdida, desacomoda (tal vez incluso hasta una forma de aburrimiento); hace vacilar los fundamentos históricos, culturales, psicológicos del lector, la congruencia de sus gustos, de sus valores y de sus recuerdos; pone en crisis su relación con el lenguaje”. Un teatro de goce implica esfuerzo, deseo, adquisiciones y búsqueda permanente.


Fragmentos de una nota titulada “Pasión de espectadores”, de Jorge Dubatti, publicado en la Revista Ñ del 14 de febrero de 2009, pág. 32.


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