sábado, 13 de febrero de 2010

Cuidemos el idioma 27

NUESTRA QUERIDA Ñ

Fuente: Clarin.com del 15 de noviembre de 2008 (fragmentos).


El idioma latino no poseía inicialmente un sonido eñe, explica el lingüista José Moure, titular de Historia de la Lengua en la UBA e investigador del CONICET. "Sin embargo, la eñe apareció luego en razón de un mecanismo por el cual, en algunas combinaciones de sonidos, el primitivo lugar de articulación se desplaza hacia el paladar. Así, "vinea" pasó a ser "vinia". La "n", influida por el punto donde se articula la "i" retrajo la lengua hacia el paladar, lo que determinó que se dijera viña; algo semejante pasó con el grupo gn y entonces "lignu" se transformó en "leño". En castellano también se cumplió este proceso en palabras que tenían dos enes juntas y así "annu" terminó en "año" y "canna" en "caña".

¿Cómo respondió el alfabeto latino a esas modificaciones si no tenía un signo para representarlas? Moure explica que durante siglos se escribió "vinea" aunque se pronunciase "viña". Pero a medida que las regiones del antiguo imperio romano se conformaron como dominios diferenciados, necesitaron reformular el código gráfico y adecuarlo a sus novedades fonológicas. Por eso, cada ortografía "nacional" escogió una determinada modalidad. En el caso de la eñe, otros idiomas latinos optaron por representarla mediante dos caracteres: en portugués lo hacen con nh (Espanha), en francés e italiano, con gn (Espagne, Spagna); en catalán, con ny (Espanya).

¿Y de dónde salió esa extraña virgulilla -la ondita- de la Ñ? Esa virgulilla es una "n" abreviada. "Los antiguos copistas -dice Moure- habían desarrollado una serie de signos que hacían menos gravosa la tarea de escribir. Los escribas castellanos superponían las enes finales como tildes horizontales sobre la letra precedente. Para escribir "nn" con el sonido de la actual eñe (Espanna), se consolidó este uso. La primera ene se escribía en su forma habitual y la segunda arriba, con un rasgo horizontal recto u ondulado". (…)


CONDENSA UNA LENGUA Y UNA CULTURA
Carmen Cafarell

La eñe es la decimoséptima letra del abecedario español. Su peculiaridad reside en que no existe en el orden latino internacional y esa peculiaridad se entiende al adentrarnos en su origen. Esta letra nació de la necesidad de representar gráficamente un nuevo sonido, inexistente en latín. La eñe surgió, por lo tanto, al tiempo que surgía el castellano medieval en su forma escrita.

La eñe fue tomada del castellano por otros idiomas como el aymara, el bubi, el guaraní, el quechua o el tagalo; y con ellos y con el castellano y su expansión geográfica la eñe fue entrando en la comunicación escrita de millones de hablantes. La última de sus conquistas se ha forjado en Internet. Su reconocimiento internacional ha llegado a los dominios virtuales, de los que había estado excluida sin más motivo que la inercia impuesta desde ámbitos informáticos anglohablantes.

Con ñ escribimos en español desde el siglo IX y hoy la ñ está presente en los dominios de Internet, el medio de comunicación escrita del siglo XXI. La ñ preside el logotipo del Instituto Cervantes por una razón: es una de las representaciones gráficas más breves y poderosas, en una única letra se condensan la lengua y la cultura hispana. La eñe simboliza el idioma en el que se comunican hoy cerca de 500 millones de personas: el español.



“La Ñ está exiliada de Internet. Tiene el ingreso aún prohibido en la Argentina, como si una letra no fuera crucial. Como si su ciudadanía idiomática fuera menor. Las batallas de las lenguas son batallas políticas. Sin una política de la lengua, se pierde soberanía. Se le resta potencia a la voz propia. Se pauperiza la identidad idiomática.” Miguel Wiñazki.



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