LAS “TELENOVELAS” EJEMPLARES”: TALÍA, BETTY LA FEA Y EL IDIOMA DE CERVANTES
Por Jorge Ignacio Covarrubias
La Enciclopedia del español en el mundo, el más completo catálogo sobre la difusión del español en todo el planeta, revela que las telenovelas desempeñan un papel fundamental para que una legión de televidentes de todo el mundo se interese por el idioma de Cervantes y por la cultura hispanoamericana.
El interminable anecdotario es ilustrativo de la enorme difusión de los “culebrones” o “teleseries” que el filólogo Alberto Gómez Font califica de “escaparates del idioma” y el libretista Luis Zelkowicz de “catedrales del habla popular”.
Para el lingüista Humberto Hernández, las telenovelas “son determinantes en la actual expansión y conquista de la lengua española en el mundo. Son buenas transmisoras de la lengua española en todas sus variedades lingüísticas y están haciendo una buena promoción del español en el mundo”.
Si bien la enorme mayoría admite la monumental difusión de las obras del género en el planeta, no todos las miran con buenos ojos. Uno de los representantes de esa minoría es Delibor Soldatic, jefe de cátedra de Estudios Ibéricos en la Facultad de Filología de la Universidad de Belgrano. “Según un sondeo improvisado entre los estudiantes”, dice, “unos quieren estudiar español porque ‘suena hermoso’ o porque, lamentablemente, se ven impresionados por las telenovelas, mientras que otros aspiran a leer en el original a Cervantes, García Lorca o García Márquez”.
Ese parece ser el factor decisivo en la utilidad de las novelas para difundir el idioma. Según reconoce un artículo sobre el español en Rumania, “el éxito de las telenovelas sudamericanas, que se emiten siempre subtituladas al rumano y sin doblar, ha habituado a muchas rumanas a la lengua de Cervantes”.
En dos ponencias en el Primer Congreso de la Lengua en la ciudad mexicana de Zacatecas, en 1997, se sugirió utilizar el formato de la telenovela para contribuir a la enseñanza del español. En una de ellas, la autora cubana María Elena Pelly propuso específicamente “la inclusión en la clase de español como lengua materna el análisis, según niveles de enseñanza de rasgos variacionales observables en productos televisivos procedentes de otros países hispanohablantes, como telenovelas, series, aventuras, etcétera”. En la otra, la mexicana Carmen Koleff y la sueca Marianne Akerberg propusieron una telenovela para enseñar el idioma.
No solamente el género, sino el mismo medio de transmisión parece ser un vehículo pedagógico idóneo, como dice Gloria Bazzochi en su artículo “El uso de la televisión en la clase de español como lengua extranjera”, en la Enciclopedia del español en el mundo. “La exposición a situaciones de contacto con la lengua y la cultura a través de un instrumento familiar y cotidiano como es la televisión puede contribuir también a tomar mayor conciencia de la propia cultura en un significativo proceso de interacción mutua.”
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En un autorizado estudio sobre las telenovelas en su libro “La globalización del léxico hispánico”, López Morales destaca la importancia del género para ampliar la nómina pasiva, definida como la terminología que se entiende, aunque no se use, como el caribeño “chévere”, que muchos españoles han llegado a conocer por medio de las telenovelas, aunque no lo usen en su conversación. Equivale a ampliar el arsenal léxico.
En el I Congreso de la Lengua en Zacatecas, la cubana María Elena Pelly dice que las telenovelas, como fuente de difusión de variantes dialectales, “permite apropiarse pasiva o activamente de rasgos más o menos típicos de otras regiones hispanohablantes. Aumenta en cada espectador el conocimiento de su lengua, con lo cual ella se fortalece”.
Ese conocimiento de términos que favorece la telenovela –aunque sea para agregar al bagaje sin usarlos necesariamente- podría permitir que muchos hispanohablantes se enterasen de los más universales, como “piscina”, que para la comunicación general es preferible al mexicano “alberca” o al argentino “pileta”. Asimismo, permitiría conocer las diferentes acepciones de los términos en distintas latitudes, como los casos de “coche” y “carro”, que tienen valor opuesto en Colombia y en el Río de la Plata, o para que la generalidad de entere de que la gasolina también puede ser llamada “nafta” en la Argentina y “bencina” en Chile.
No son menos quienes consideran que los culebrones contribuyen a la unificación de la lengua. El director de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, sostiene que “hoy los diarios y las telenovelas son el mejor instrumento de unificación idiomática”.
Para el filólogo español Alberto Gómez Font, coordinador de Fundéu, las telenovelas son, a la vez, vehículo y reflejo de la unidad del segundo idioma internacional en el mundo. Por una parte, nos dice, “las telenovelas desempeñan un papel muy importante de difusión y son propiciadoras de unidad” y, por la otra, destaca que son “reflejo de unidad del idioma”.
A su juicio, sirven para que los hablantes que no tienen oportunidad de viajar “conozcan de primera mano” las distintas variedades de su lengua “y así aprendan a aceptar de forma natural que no sólo existe su forma de hablar, su forma de pronunciar o su forma de llamar las cosas”.
Algunas voces en el mundo del espectáculo advierten sobre el cuidado que los realizadores y protagonistas del género deben tener –y que a su juicio no siempre tienen- para cuidar el lenguaje.
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Fragmentos del artículo publicado en la Revista CTPCBA del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, de mayo-junio 2010, número 103.
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